El camino de las mujeres se ensancha

Es una desgracia que haya un intervalo tan corto entre los tiempos en que somos demasiado jóvenes y el tiempo en que somos demasiado viejos.

El día que Jesús fue sacrificado tenía, si no me equivoco, 33 años. Jacinda Ardern, de 37, es la primera ministra de Nueva Zelanda. Esta juventud en el cargo dicen que no tiene precedentes. Otros países también tienen algunos dirigentes bastante jóvenes, y ahora se les añade esta primera ministra.

Esta juventud en los cargos indica que hay una tendencia en marcha y que no se trata de una rareza política. Unos cuantos años atrás sí se puso de moda, por decirlo así, que unos grupos políticos o unas entidades poderosas en el mundo comercial y económico reservaran a alguna mujer un lugar en sus juntas. Y pronto se demostró que muchas de esas mujeres no querían adaptarse a hacer un papel decorativo. «De florero», se decía.

La moda de la barba

Tony Blair ha podido decir que la feminidad gana terreno a la masculinidad, sobre todo en los ámbitos en que impera el interés público. Curiosamente, junto a esta expansión laboral femenina se difunde la moda de la barba masculina. Atención a estas barbas. ¿No serán algunas de ellas, a menudo notablemente densas y expansivas, una proclama de masculinidad? En principio, dejarse la barba puede dar la apariencia de ser mayor. Lo que históricamente puede interpretarse como ser más poderoso. ¿Es una herramienta para imponerse al creciente poder de las mujeres?

Comparto el lamento de Montesquieu: «Es una desgracia que haya tan poco tiempo entre ser demasiado joven y ser demasiado viejo». Pero hoy la especie humana va evolucionando. Pienso que, en muchos aspectos, lo masculino y lo femenino tenderán a evolucionar y que, más allá del sexo, la distinción entre masculino y femenino dejará de crear fronteras.

Hoy ya podemos ver los indicios de esta evolución.