Libros como terapia

Autoayuda, ¿es que hay otra?

Aunque es un género que te trata un poco de inútil, qué más da si finalmente funciona

Lectores buscando nuevas lecturas en algunos de los puestos que inundan Barcelona en la festividad de Sant Jordi.

Lectores buscando nuevas lecturas en algunos de los puestos que inundan Barcelona en la festividad de Sant Jordi. / periodico

JULI CAPELLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No entiendo la mala fama de los libros de autoayuda. A mucha gente le funcionan. Todo libro, sea de aventuras o de consejos, desde la Biblia a El mundo amarillo de Albert Espinosa, es de gran ayuda. Porque, o bien provoca reflexiones provechosas, o las refutas y descartas. Por tanto, ayudan a mejorar tu vida. Entiendo que provoquen cierto rechazo, pues es un género que te trata un poco de inútil y destapa tus defectos. Seguramente esa vergüenza es la que nos hace denigrar a sus autores: ¿quiénes se han creído que son para aleccionarnos? Tal vez ofenda, pero qué más da si finalmente funciona. Da igual que te lo diga Punset, Osho, Dyer o el pelma de Bucay. No hay que avergonzarse del pregonero si la dicha es buena. Además, nunca son ellos quienes te ayudan sino tú mismo. Eres tú finalmente quien toma las decisiones que consideras que te convienen. Cualquier ayuda, consejo o propina puedes aceptarla o rechazarla.

En todo caso, lo que hay que ir es con cuidado de que no te perjudiquen, que también puede suceder. Los libros de Dale Carnegie, Napoleon Hill y algún que otro iluminado han creado más frustraciones que felicidad. Prometen que con empeño puedes conseguir todo lo que te propongas, y eso no es cierto. Conocer cuanto antes esta engañifa también ayuda. Por el contario, los libros de Joan Garriga o Rafael Santandreu ofrecen poderosos consejos liberadores. Si tuviese que elegir un libro de este subgénero tan vilipendiado, me quedaría con El poder del ahora, de Eckhart Tolle. Nos regala una enseñanza tan elemental como ignorada. No existe el pasado ni el futuro, solo nuestro momento presente, donde estamos perfectamente el 99% del tiempo. Incluso si pensamos en lo acontecido o lo venidero, solo podemos hacerlo ahora mismo. Cuando reflexionas al respecto, ves que la inquietud viene de recordar lo que ya pasó o lo que podría suceder. Y lo primero ya no tiene remedio, y lo segundo jamás tendrás garantías de asegurarlo. Te centras en el momento, y eso ayuda.