Que n'aprenguin

Ernesto Valverde, durante un partido reciente.

Ernesto Valverde, durante un partido reciente. / AFP / JAVIER SORIANO

Mónica Marchante

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Sus números como entrenador del Barça son prácticamente inmejorables. Y sin embargo, no es ese su mayor valor en este momento en un club que intenta navegar sobre un escenario social y político complejo.

El pasado martes, en la previa del partido de Champions ante el Olympiakos, un veterano periodista griego abrazó al entrenador del Barça en un gesto de afecto que rara vez se ve. La escena se prolongó con una foto de los enviados especiales griegos con quien fuera entrenador del club hace ya algunas temporadas. Es evidente que más allá de ganar tres Ligas y una Copa, Ernesto dejó huella en Atenas.

Llegó Valverde al club este verano en medio del consenso general y con todo a favor. Era el candidato deseado, encajaba perfectamente en la filosofía de juego cruyffista. El momento era el ideal tras algún intento frustrado. Su trayectoria en el Athletic del postbielsismo le avalaba. Había metido a los bilbaínos en Champions en su primera temporada, disputado una final de Copa y ganado la Supercopa de España con un memorable 4-0 en la ida ante el Barça. Y además dominaba con soltura otra zona que a su antecesor le producía urticaria: la sala de prensa.

La tormenta Neymar

El cielo despejado duró bien poco. La tormenta Neymar le sobrevino al mes de llegar. Como él mismo reconoció, se enteró de su marcha el día que se presentó en su despacho para despedirse. Pocos reveses más duros que ver marchar así a la segunda estrella del equipo sin que nadie diera credibilidad al asunto. "Se queda al 200 por 100", había dicho un directivo días antes. No hubo lamentos de Valverde, solo admitió que habría que dar un paso adelante y trabajar en la misma dirección. La directiva del Barça quedaba seriamente tocada.

Tampoco se inmutó Valverde cuando no vino Coutinho ni otros nombres que se filtraron. O cuando se lesionó Dembelé. Es más, mientras desde el palco se culpaba al estado del césped del Coliseum Alfonso Pérez, el entrenador del Barça le encontraba una explicación más natural: "Un jugador más veterano no se hubiese lesionado así".

Poco mediático pero con personalidad

Extremeño de nacimiento y criado en Euskadi, tiene Valverde el "seny" que le permite salir airoso de las situaciones más complicadas. Un perfil nada mediático, como el de su actual presidente, pero con una naturalidad no exenta de personalidad que le han hecho ganarse la confianza de todos en sus primeros cien días dirigiendo la nave. Esa a quien muchos veían dirigirse hacia una deriva peligrosa tras la Supercopa de España. Mientras a Bartomeu se le marcha Neymar, le dimiten directivos, le plantan en el palco o le acusan de tomar partido y a la vez de no tomarlo, el rumbo del banquillo está en manos de un hombre que sí sabe contentar a todos. Y nunca mete la pata. 'Que n’aprenguin'.