El proceso independentista

Al margen del Estado

La gente normal que salió a la calle el 1 de octubre está dispuesta a volver a hacerlo

El president Carles Puigdemont en el momento de firmar la declaración, tras el pleno.

El president Carles Puigdemont en el momento de firmar la declaración, tras el pleno. / periodico

ANDREU PUJOL-MAS

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Si el Gobierno español quisiera negociar algo respecto la cuestión catalana lo podría haber hecho hace mucho tiempo. La posibilidad de acordar un referéndum se les ha ofrecido 18 veces en los últimos cinco años y no solo no han movido ni un dedo, sino que siempre han actuado desde la total intransigencia, amparados a la vez por las principales fuerzas de la oposición. Ahora se encuentran que lo que está sobre la mesa ya no es el debate sobre un reglamento que delimite cómo se debe hacer una pregunta a la ciudadanía de Catalunya, sino que la materia a tratar es la independencia en sí misma.

Lo que pasó el domingo 1 de octubre tiene una fácil explicación: el Estado renunció reiteradamente a dar respuesta a una demanda ampliamente mayoritaria y se encontró que una parte importantísima de Catalunya se vio obligada a actuar al margen del Estado. El contrato social había quedado roto. Aquellos que se dedicaban a atravesar tractores y camiones en las carreteras, a traficar con material electoral y a aguantar estoicamente los porrazos no eran unos radicales antisistema, sino que era la gente normal que se dedica a trabajar, a pagar impuestos y a convivir pacíficamente con sus vecinos.

Criminalización

Esto debería de preocupar a cualquiera, pero la única respuesta que se ha encontrado son las campañas de criminalización contra la escuela, los medios de comunicación públicos y el cuerpo de Mossos d’Esquadra, es decir, contra las herramientas construidas democráticamente por la sociedad catalana durante las últimas décadas. También han aparecido las amenazas de una intervención todavía más fuerte de la autonomía y de adulterar por vías antidemocráticas los resultados de las últimas elecciones al Parlamento. No sé si la suspensión de la declaración de independencia, con la intención de negociar, y la mano tendida de estos días tendrán algún efecto. No lo creo. Lo que sí que sé es que mucha gente actuó al margen del Estado y está dispuesta a volverlo a hacer.