Andre Gomes y el circo romano

Andre Gomes encara a Filipe Luis en el Wanda.

Andre Gomes encara a Filipe Luis en el Wanda. / REUTERS / JAVIER BARBANCHO

Albert Guasch

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El circo romano azulgrana vociferaba al televisor con el pulgar hacia abajo. Se avecinaban cambios. El circo reclamaba que se alzara el dorsal 21. Otra actuación decepcionante de Andre Gomes en medio de un resultado momentáneamente adverso. No había mucho que pensar. Pero el inspirado Ernesto Valverde tenía otros planes en la cabeza. Se marcharon Iniesta Semedo.

El lánguido portugués cambió de ubicación y, sorprendentemente, se mantuvo los 90 minutos en el campo. En los últimos seis partidos había sumado apenas 26 minutos. "Debe entrenar muy bien durante la semana", dijo de forma socarrona Michael Robinson durante la transmisión del partido.

Gomes contaba con la fe ciega de Luis Enrique y Valverde no lo ha abandonado en el cajón de los denostados, tipo Paco Alcácer o Arda Turan. Salvo algún encuentro suelto, nunca ha justificado la generosa demostración de confianza de sus entrenadores. Da la sensación de que juega más por lo que promete que por lo que produce.

Da la sensación de que Gomes juega más por lo que promete que por lo que produce

Tiene ciertamente porte de futbolista de alto rango. Reúne técnica, elegancia, físico... Un magnífico catálogo. Pero exaspera al circo romano. Desde el club se apela a su aportación a la selección portuguesa, a su joven edad (24 años) y a la idea esperanzada de que un día u otro tiene que explotar. Y es así como va acumulando oportunidades. Como el sábado en el Wanda Metropolitano.

Y visto así, está bien que vaya jugando, que no se le abandone en el rincón de los amistosos y primeras rondas de Copa, que se abone su moral. Solo cabe un problema: se llama Denis Suárez.

No se sabe cómo entrena, pero cuando ha aparecido ha demostrado mayor determinación y capacidad de intervención en el juego. Y tiene un año menos. Que no se pierda.