Lamentable cacería de un domingo

Pensaba empezar el artículo de hoy recordando una afirmación de Balmes, que no era precisamente un revolucionario. Dice esto: "Ay del pueblo gobernado por un poder que tiene que pensar en la propia conservación". Y ahora resulta que la cita adquiere una dimensión extraordinaria e inesperada.

Ante la sentencia de Balmes, el Gobierno actual de España debería estar muy preocupado. Porque no actúa solamente para conservar, sino también para atacar. No tengo el gusto de conocer al señor Andreu Pujol, que ha firmado recientemente un artículo en EL PERIÓDICOEL PERIÓDICO. El domingo día 1 de octubre, ha escrito, "los cuerpos policiales españoles aparecieron en los lugares más recónditos con razias más propias de grupos formados por vándalos que de las fuerzas de seguridad de un país civilizado". 

Yo también vi la rabia con que insultaban y golpeaban a personas indefensas, solo explicable, este hecho, por auténtico odio. Sí, yo vi los hechos desde mi casa, por la televisión. Y, naturalmente, los vieron millones de personas, de todas las ideas políticas y todas las edades. Un fantástico espectáculo para que adolescentes y jóvenes se volvieran hacia sus padres para preguntar: "¿Pero esto se puede hacer?".

Creación artística y política

Yo nunca imaginé que un día debería ver una escena tan lamentable protagonizada por la violencia más dura. "¡A por ellos!". Como cuando un cazador dice "ahora" y con sus compañeros se lanza a disparar contra los conejos.

España siempre ha sido rica en creatividad artística. Pero no se puede decir lo mismo en el ámbito de la creación política. Pensemos en todos los territorios que había conquistado y que tuvo que abandonar.

La violencia armada no es precisamente una buena fórmula para hacer amigos.