Europa no entra en casa del vecino

El Govern ha sabido internacionalizar el proceso independentista, pero en los próximos días Puigdemont no podrá contar con el apoyo externo para responder al burofax de Rajoy

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, levanta el brazo de Rajoy en presencia de Angela Merkel y otros dirigentes populares europeos.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, levanta el brazo de Rajoy en presencia de Angela Merkel y otros dirigentes populares europeos.

Olga Grau

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El plazo que Mariano Rajoy ha dado a Carles Puigdemont para aclarar si Catalunya se mantiene en la legalidad española como paso previo a activar el artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía expira el próximo jueves. Ese día, los líderes más poderosos de Europa se reunirán en Bruselas en el Consejo Europeo para debatir sobre política migratoria, defensa, agenda digital y el ‘brexit’. En la agenda formal no figura ni puede aparecer la crisis catalana ni las propuestas de mediación que ha elevado la Generalitat por más que el conflicto se haya internacionalizado. 

Las instituciones europeas son un club de estados que mantienen como tabú inquebrantable el no colarse en casa de sus vecinos sin ser invitados. Así de claro lo dejó Emmanuelle Macron esta semana cuando aseguró que mediar equivaldría a tratar en pie de igualdad a Puigdemont y a Rajoy. Algo que al resto de los Estados, y sobre todo a España que es la concernida, les genera repelús porque les crea un precedente en la resolución de conflictos con sus propias regiones. 

Europa no quiere convertirse en el árbitro de asuntos internos. Pero hay dos cuestiones que sigue de cerca y son consideradas líneas rojas. La primera es la relativa al uso de la fuerza en las cargas policiales del 1-O. La imagen de golpes de porras contra la población civil a las puertas de los colegios electorales quedó plasmada en todas las portadas de la prensa internacional y disgustó profundamente a las instituciones europeas que dijeron: “Así, no”. La segunda tiene que ver con la activación del artículo 155 de la Constitución, un camino desconocido nunca antes transitado en la democracia española  que si fuera acompañado de detenciones de altos dirigentes catalanes o de violencia inquietaría en sobremanera a Europa.

Estos mensajes se han hecho llegar por diversas vías a las autoridades españolas y algo tienen que ver con el giro de distensión que ha escenificado Rajoy en las últimas horas. Es obvio que el mensaje absolutamente inusual que le hizo llegar el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk a Puigdemont fue en la dirección de ayudar a rebajar la tensión.

El Govern ha sabido internacionalizar el proceso independentista y ponerlo en la agenda de los dirigentes europeos. Pero en los próximos días, Puigdemont no podrá contar con el apoyo internacional para responder al burofax de Rajoy. La coalición de Junts pel sí y la CUP deberá resolver qué paso da en clave interna. Europa mantendrá la presión, pero la pelota está en el tejado de Puigdemont.