Opinión | EDITORIAL

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Un pueblo plural también en la calle

La manifestación de Societat Civil ha roto la invisibilidad de la Catalunya que defiende la Constitución

Imágenes de la marcha de los no Independentistas

Imágenes de la marcha de los no Independentistas / periodico

Cientos de miles de personas se han manifestado este domingo en el centro de Barcelona en la marcha 'Prou. Recuperem el seny', convocada por Societat Civil Catalana. Fue una manifestación exitosa y transversal, en la que los mensajes a favor de la unidad de España («Somos catalanes, somos españoles») se mezclaron con los que exigían al Gobierno el cumplimiento estricto de la legalidad frente al desafío constitucional de los dirigentes independentistas, sobre todo el presidente de la Generalitat ('Puigdemont a prisión'). Una manifestación con la que se rompió la invisibilidad en la calle de esa Catalunya, muy numerosa, que se siente catalana y española pero sobre todo comprometida con la Constitución como marco de convivencia aunque hasta ahora no había salido a la calle o lo había hecho de manera menos mutitudinaria. Una manifestación que, sumada a la que protagonizaron el sábado aquellos ciudadanos que apelan al diálogo entre administraciones, prueba que la sociedad catalana es más plural de lo que la ocupacion pacífica de las calles por el independentismo en los últimos años ha transmitido. 'Un sol poble', pero ni uniforme ni homogéneo. 

A las puertas de una decisión que pretende no tener marcha atrás (la declaración unilateral de independencia), haría bien Carles Puigdemont en reflexionar sobre lo sucedido desde el 1-O. El martes, decenas de miles de personas salieron a la calle para protestar contra las cargas de la policía. Una multitud en la que había muchos independentistas y muchos que no lo eran. Después, llegaron los anuncios de la marcha de empresas catalanas y este fin de semana, las manifestaciones de catalanes que no son independentistas. No es necesario entrar en guerras de cifras de manifestantes; incluso los datos oficiales del 1-O muestran lo ya sabido que los independentistas, siendo muchos, no son suficientes, aun menos para imponer la ruptura al resto. Han de volver a la legalidad y, entonces, negociar.

Catalunya ha demostrado que es capaz de expresarse en las calles de forma pacífica y cívica, y que la convivencia pende de un hilo. Pese a ello, ha llegado el momento de que los políticos vuelvan a las instituciones dentro del terreno de juego de la Constitución y el Estatut, empezando por la sesión del Parlament del martes. El daño infligido es muy alto. Debe llegar el fin de la escapada.