TRAS EL 1-O

Vienen unos días difíciles

Se hace imperativo, no solo para el Govern sino también para la sociedad civil, hacer todo lo que haga falta para alejarse del Estado español lo más pronto posible

Manifestantes frente a la Delegación del Gobierno en Barcelona.

Manifestantes frente a la Delegación del Gobierno en Barcelona. / periodico

ANDREU PUJOL MAS

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El referéndum de autodeterminación del pasado domingo sirvió para que el mundo constatara dos cosas. La primera es el carácter cívico y democrático de la sociedad catalana, que aguantó estoicamente escenas de violencia y brutalidad, así como la voluntad de este pueblo de autodeterminarse, formando colas para votar en condiciones de extrema dificultad. La segunda es el carácter autoritario y represivo de un Estado que no ha sido capaz de asumir como propios, cuatro décadas después de la muerte del dictador fascista, derechos fundamentales e inherentes de cualquier sociedad democrática.

Los cuerpos policiales españoles aparecieron en los lugares más recónditos con razias más propias de grupos formados por vándalos que de las fuerzas de seguridad de un país civilizado y acometieron contra todo lo que se encontraban por delante sin ningún sentido de la proporcionalidad, ni de la justicia, ni ningún respeto hacia los seres humanos. La rabia con la que golpeaban, vejaban e insultaban a personas indefensas solo se explica porque actuaban movidos por el odio.

El Gobierno español es el principal responsable, sí, pero cabe recordar que ha tenido el apoyo explícito o el silencio cómplice de buena parte de la mayoría de la oposición, así como el bombo y platillo de casi todos los medios de comunicación estatales. La represión del pasado domingo ha sido un asunto de Estado y con los asuntos de Estado no hay cambio de gobierno que valga.

El referéndum de domingo habrá supuesto también un cambio de mentalidad en la gran mayoría de la sociedad catalana. Si entonces, para muchos, el Estado español descuidaba sus intereses o les suponía una pesada carga, ahora todo el mundo tiene claro que hasta puede llegar a ser un peligro para su integridad física. En esta situación, se hace imperativo, no solo para el Govern sino también para la sociedad civil, hacer todo lo que haga falta para alejarse de él lo más pronto posible. Vendrán días difíciles pero también esperanzadores.