ANÁLISIS

Un horizonte para Europa

Macron, durante su discurso en la Sorbona, en París, el 26 de septiembre.

Macron, durante su discurso en la Sorbona, en París, el 26 de septiembre. / periodico

Raquel Montes Torralba

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El discurso dado por el presidente francés Emmanuel Macron puede representar el fin de una época y el inicio de un nuevo horizonte para Europa. Con esta pretensión, al menos, parecen haber sido elegidas cada una de las palabras pronunciadas a lo largo de una hora y media. Puede representar el final de lo que desde el Elíseo se interpreta como una década cruel, en que Europa ha gestionado con mano de hierro una terrible crisis económica, a costa del desapego de los europeos. El 'brexit' y el resurgir del nacionalismo y el fanatismo serían la constatación de un fracaso parcial pero extremadamente peligroso en este continente. Una muerte lenta pero segura de Europa. Frente a ello, el presidente francés propone construir un nuevo futuro. “Yo no tengo líneas rojas, tengo horizontes”, ha señalado en un claro guiño a Angela Merkel, que tendrá que componer, con estas acuciantes demarcaciones, una coalición de gobierno en las próximas semanas.

Dando continuidad a las propuestas de campaña, cinco son los campos en los que Francia ha lanzado sus propuestas: en el área de seguridad-defensa, inmigración-desarrollo, economía digital, clima y economía-comercio. Pero si este discurso era tan atendido se debe a la presentación, por primera vez, de propuestas concretas que van desde la creación de una fuerza europea de intervención hasta una Agencia europea para la innovación, pasando por una Oficina de asilo. Más de una decena de proyectos para salir de la parálisis en las que se encuentra la Unión y la zona euro. Especialmente dirigiéndose a esta última, Emmanuel Macron ha reiterado su apoyo a la creación de un presupuesto común, supervisado por control parlamentario y una coordinación de políticas a través de un ministro de Finanzas europeo. Yendo más allá, ha evocado la necesidad de una convergencia no solo fiscal, sino también social.

Abrir nuevos caminos para pensar Europa y pensar en grande ha sido sin duda el mensaje fundamental de su discurso. En ese pensar a lo grande no ha olvidado a los que constituyen la base y fin último de Europa: los europeos. Así, siguiendo la técnica de la campaña electoral de su partido En Marche!, Macron ha propuesto el lanzamiento de unas “convenciones democráticas”, en las que los ciudadanos y la sociedad civil sean consultados para elaborar propuestas que sirvan como hojas de rutas para los gobiernos.  Este “método Macron”, que habría servido para elaborar su programa electoral, sería también aquí la medicina de una Europa enferma de déficit democrático y molesta por el sentimiento de agravio de una ciudadanía excluida del debate político.

Mientras el presidente francés desgranaba este ambicioso programa, a las puertas de la Universidad, los estudiantes se manifestaban por algunas de las medidas tomadas por el Gobierno, como la supresión de los empleos subvencionados o la reforma de la ley laboral. Puede que ellos representen mejor que nadie las síntesis de su mensaje: Europa tendrá que hacer más, mejor y pronto.