OPINIÓN

Laporta y Font fracasan a la sombra de Benedito

Lluís Geli y Agustí Benedito acudieron ayer a las oficinas del Barça para iniciar el proceso de una moción de censura.

Lluís Geli y Agustí Benedito acudieron ayer a las oficinas del Barça para iniciar el proceso de una moción de censura.

Emilio Pérez de Rozas

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Los hay listos y listísimos. A Agustí Benedito, que le encanta estar en el candelero y hasta es capaz de pagar lo que le debe al Barça (9.862,53 euros) la noche antes de convocar la primera de las muchas conferencias de prensa (siete: 8, 15, 29 de junio; 11 y 25 de julio; 14 y 21 de septiembre) que ha organizado con motivo de la puesta en marcha (ya fallida) del voto de censura a Josep María Bartomeu, no le importa salir en busca de otro fracaso, pues todo lo hace por el Barça.

Sin embargo, Joan Laporta y Víctor Font, que sí quieren ser presidentes (es más, están convencidos de que lo serán y, repasada la lista de presidentes, podrían serlo), se limitaron a publicar un tuit y darle su apoyo (no todo su apoyo) a Benedito. Font, desde Dubái, escribió que "este club merece decir sí al futuro con un trabajo bien hecho, que nos permita volver a soñar", y se lavó las manos, esperando que Benedito corriera con los gastos (se supone, ¿no?) y cierre mañana su largo círculo de conferencias en el Col.legi de Periodistes diciendo que se rinde, que no habrá voto de censura.

Miedo en el cuerpo

Y así acabará otra de las operaciones de acoso y derribo a una directiva más. Lo que estaría bien, aunque fuese fuera de plazo, es que Benedito entregase al club las firmas que ha recogido para que las validase y así saber cuántos desencantados hay, dato que le encantaría conocer a Bartomeu. Pero como muchos nos tememos que eso de las 10.745 firmas no sea verdad y Benedito tenga muchas menos, lo mejor es que mañana demos por zanjado el tema, el promotor agradezca la ayuda recibida (no en dinero, pero sí en tuits) y tanto Laporta como Font se mojen el trasero si quieren pescar.

Es verdad que Bartomeu se asustó un poquito cuando se puso en marcha el voto de censura. Es verdad que las aguas bajaban turbulentas. Es verdad que el rapapolvo recibido del Real Madrid clamaba al cielo y la traición de Neymar, por más inexplicable e inapelable que fuese, dolió. Pero en cuanto el equipo de Ernesto Valverde, con Leo Messi al frente, se puso a ganar (cierto, rivales asequibles, de momento), la foto de la firma del presi con la Pulga dejó de ser importante (ya nadie habla de ella) y el asunto fue a menos.

Benedito tratará de vender la retirada como un favor a futuros opositores pues, sin recuento de papeletas, podrá haber nueva moción de censura en semanas o meses. La ley azulgrana no dice eso. La ley culé permite contar las papeletas, saber cuántos apoyos ha logrado Benedito y, como son insuficientes y no habría votación, podría fomentarse otro voto cuando quisiera el socio. Solo si se vota y resiste Barto es cuando se activa la prohibición de los 12 meses. Por contar, validar y no llegar, no se activa. Pero Benedito preferirá (con razón) que nos quedemos con la duda de cuántas firmas de verdad logró. Si dejase que las validase el club lo sabríamos. Lástima.