EL RADAR

Piolín y el corazón partío

Aunque no tenga ningún peso político y no sirva de nada, reírnos todos de lo mismo es un alivio entre tanta tensión

TWITTER SE RÍE DEL BARCO DE PIOLÍN ENVIADO POR INTERIOR_MEDIA_2

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JOAN CAÑETE BAYLE

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Resulta impagable que el barco en el que están alojados los policías y guardias civiles que ha enviado de refuerzo el Gobierno a Barcelona esté decorado con los personajes de dibujos animados de Piolin, el Diablo de Tasmania y el gato Silvestre, “lo mas marciano que ha hecho España en sus 3.500 años de historia”, como dijo Antonio Baños en un tuit. Mi chiste/meme favorito, presa de la nostalgia, sin duda es el de piolín susurrando: “He visto a un lindo independentista”. Los hiperventilados más jóvenes tal vez no sepan de qué va la historia del lindo gatito, pero el resto (los del sí, los del no, los equidistantes) sí lo sabemos. Y nos reímos.

El del ‘acorazado Piolín' se lleva la palma en el capítulo humorístico de la crisis de Estado que vive España en Catalunya, pero ha habido más momentos impagables. Como la fotografía de un manifestante con nariz de payaso junto a un Guardia Civil de guardia el pasado 20 de septiembre o el momento 'lost in traslation' de Julian Assange (ese impagable invitado estrella a estos ‘fets de Setembre') con ‘El Mundo Today', al que confundió con el diario ‘El Mundo’. El ‘Què t’empatolles, marrec’ de la revista satírica es un manifiesto político en sí mismo. Y también hay dos grandes vídeos: el del fandango de un Guardia Civil como respuesta a una cacerolada que acaba siendo celebrando a olés por la concurrencia y el de la periodista de la Sexta en la UAB a la que después de hacérselo pasar mal en una conexión en directo los universitarios la recompensaron con una multitudinaria serenata del ‘Boig per tu’ de Sau.

Brillantes ocurrencias

Estos vídeos, estos momentos, estas brillantes ocurrencias se difunden por las redes sociales, el mismo espacio en el que la conversación pública adopta su rostro más intolerante y desagradable. Son oasis en unos momentos muy crispados, en el que se mezclan sentimientos y sensaciones: ilusión (de los partidarios de la independencia), incertidumbre, preocupación. “No tendréis mi odio”, titula su carta enviada a Entre Todos Manuela Pulido, de Barcelona, que empieza así: .”“Recuerdo cómo me impactó aquella carta del marido de una de las víctimas de los atentados terroristas en París. Tenía ese título y recuerdo llorar al leerlo. Hoy me siento en medio de una tormenta política que temo va a convertirse pronto en huracán. Aunque nací fuera de Catalunya vine tan pequeña que no recuerdo haber vivido en otro sitio. Amo Catalunya pero tengo en cuenta mis raíces, pues un árbol sin raíces muere. Quiero y amo a las dos, a Catalunya y a España”. Y después prosigue: “En definitiva, tener mi corazón dividido o complementado por dos partes me hace poder estar en medio del huracán con algo más de serenidad que el que solo lo tiene formado por una. Cuanto más españolistas o catalanistas se sienten, más manipulables están. Y el odio va creciendo. Poco ha salido la palabra amor en todo este lío”.

Manuela expresa muy bien lo que sienten muchos ciudadanos como ella a medida que pasan los días y se acentúa la polarización. Hay raíces políticas, sociales, históricas, económicas e identitarias en lo que está sucediendo, pero también las hay sentimentales. Y cuando los matices son arrojados por la ventana, cuando la duda está mal vista y se exigen, prietas las filas, adhesiones incondicionales, mucha gente lo pasa mal, sufre. Nadie sabe si son mayoría silenciosa, y no son otros catalanes porque eso implicaría que hay unos catalanes y otros. En ocasiones es gente favorable a votar y a a independencia. Porque que el corazón tiene razones que la razón ignora es una autopista de varias vías. Por eso hay que agradecer tanto a quien haya dcidido alquilar un barco con Piolin, a los autores de los memés y a quienes cantan fandango y ‘Bpig per tu’. Aunque no tenga ningún peso político y no sirva de nada, reírnos todos de lo mismo es un alivio para tanto corazón partío.