El desafío independentista

Elogio de la equidistancia

La divisoria no está entre independentistas y equidistantes, sino entre el independentismo y la España inmovilista

XAVIER BRU DE SALA

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Hay dos actitudes en cualquier combate. Los que proclaman el conmigo o contra mí y acusan de enemigo a cualquiera que no comulgue con cada uno de sus pasos. Y los que dan la bienvenida a los equidistantes porque son menos beligerantes. Los equidistantes están mal vistos, aunque lo sean poco. El mismo Rajoy es el primero de quejarse cuando, con palabras de largo alcance, acusa a los empresarios catalanes de querer sacar provecho de la confrontación. También debería preferir que le carguen la mitad de la culpa antes que la culpa entera. Aquí, pero también allí, más vale que te den parte de la razón en vez negarte toda. Deberían agradecerlo todos, por comprometidos que estén con la propia causa.

El pacto Puigdemont-Colau es significativo. No después de un cambio en las decisiones sino gracias a unas declaraciones de la alcaldesa del pie dentro y el pie fuera a favor de los 700 alcaldes con ambos pies dentro, el gobierno municipal ha pasado de equidistante de los suyos a equidistante de los nuestros. Colau, de enemiga a compañera de viaje. Ha bastado la foto del aval mutuo entre alcaldesa y 'president' para que se apacigüe la artillería tuitera de los independentistas contra los soberanistas.

Independentismo e inmovilismo

No, la divisoria no está entre independentistas y equidistantes, o entre unionistas y equidistantes, sino entre el independentismo y la España inmovilista. No es coherente silbar a los equidistantes de casa y entusiasmarse con los sorprendentes editoriales equidistantes de grandes medios de comunicación o aplaudir las declaraciones del presidente Junker, que efectivamente ha pasado del apoyo al gobierno de España a la equidistancia –lo que implica una censura al Estado más que un aval a los convocantes del referéndum—.

Maltratar a los equidistantes y presentarlos como enemigos es estupidez. Ni es justo ni es inteligente. Implica escasa capacidad de análisis el argumento según el cual, en un tablero inclinado, el equidistante, aun sin pretenderlo, favorece siempre al más fuerte. Todavía está por ver hacia dónde se inclina el tablero si los niveles de represión se incrementan a medida que se acerque el 1-O como tienen previsto en la Moncloa.

"Así, no"

En este 'crescendo', mantener la equidistancia será cada vez más complicado. No será fácil cerrar los ojos ante las extralimitaciones de los que pueden pasar de "corruptos pero defensores de la unidad de España" (Pablo Casado), a represores que no respetan los derechos humanos. Si lo que está planeado llega a suceder, Podemos tendrá un motivo muy poderoso, la defensa de las libertades, para levantarse contra el régimen del 78. Muchos socialistas y algunos de los que han firmado el manifiesto por la abstención, tendrán un problema . El "así, no" esgrimido por el soberanismo contra el referéndum, por unilateral, puede volverse contra Rajoy, por defender la legalidad con actuaciones ilegales o incluso repugnantes.

Equidistantes: Catalunya tiene los problemas que ya tenía, pero España vuelve a tener un problema que creía superado y os puede helar el corazón.