Opinión | Editorial

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Supermanzanas, la lección del Poblenou

Es un plan global que merece progresar adecuadamente, con los máximos consensos, para conseguir un día una ciudad más humana

Jóvenes en la supermanzanadel Poblenou, en septiembre.

Jóvenes en la supermanzanadel Poblenou, en septiembre.

Cuando se cumple un año del estreno de la supermanzana del Poblenou, sigue abierto el debate sobre una iniciativa que, con su próxima extensión a otros distritos de Barcelona, está llamada a permitir que los peatones reconquisten partes de la trama urbana frente a la vorágine del tráfico rodado. Son pocas las dudas sobre la necesidad de progresar hacia una ciudad más sostenible, con menos contaminación ambiental y más amable y pacífica para sus vecinos. El plan de las' superilles' es en ese sentido una idea más que plausible y se convierte en una de las claves que apuntan hacia un modelo urbanístico nuevo. El proyecto municipal incluye poner en marcha otras cuatro de estas grandes islas urbanas en Hostafrancs, Horta, Les Corts-Maternitat y Sant Antoni. El objetivo es ambicioso: reducir la red básicade circulación de 912 a 355 kilómetros y liberar seis millones de metros cuadrados del tráfico rodado. La experiencia piloto del Poblenou, sin embargo, ha arrojado más sombras que luces. Nació sin la suficiente información ni una llamada decidida a la participación vecinal lo que no hizo más que aumentar las críticas cuando aparecieron los primeros problemas circulatorios o de afectación al tejido comercial e industrial de la zona. Con sus aciertos y errores, la lección del Poblenou debe ser atendida en los nuevos proyectos. Es un plan global que merece progresar adecuadamente, con los máximos consensos, para conseguir un día una ciudad más humana y menos agresiva.