Al contrataque
Cómo sería la independencia
Empezamos a tener indicios sobre lo que nos esperaría si llegase el tipo de independencia que sigilosamente nos preparan
Antonio Franco
Periodista
ANTONIO FRANCO
Ayer empezaron a desvelarse secretos sobre cómo sería el tipo de independencia que propone el 'procés' en caso de que se materialice. Hasta ahora disponíamos de discursos y borradores oficiosos, pero han empezado a pasar cosas que son indicios incontestables del fondo y la forma del régimen por el que apuestan Puigdemont y Forcadell. Sabemos, por ejemplo, que aunque haya independencias indiscutiblemente democráticas, en nuestro modelo concreto la legalidad será un referente solo relativo. El solemne desprecio al Consell de Garanties Estatutàries, cuya función es dictaminar lo que puede y lo que no puede hacer el Parlament, anticipa las frágiles garantías jurídicas que tendríamos. Otra cuestión: aprobar la ley más trascendental de la historia de Catalunya sin siquiera un debate en el que pudiese participar la oposición (minoritaria en escaños pero representante de más del 50% de los ciudadanos) revela una degradación democrática superior a la que tantas veces denunciamos en la vida pública española.
Subrayo estas dos cuestiones, pero no olvido que, dados los antecedentes inmediatos, en nuestro modelo de república el presidente tendría el derecho nixoniano a mentir (recuerden aquello de que no hubo alerta, etcétera). Y que en nuestra futura libertad de prensa será más importante la supuesta intencionalidad que algunos atribuyan a una información que si lo que se explica es verdad.
En el Reino Unido los ciudadanos tuvieron la desgracia de tener que esperar a que ya hubiesen votado a favor del 'brexit' para conocer lo que suponía y enterarse de las inexactitudes de la propaganda previa. Aquí, todavía a tiempo, empezamos a tener indicios sobre lo que nos esperaría si llegase el tipo de independencia que sigilosamente nos preparan.
El precio de las tensiones
Conozco a bastantes personas que con tal de perder de vista a la actual España de Rajoy les vale cualquier cosa, incluida la independencia enigmática que le ofrecen los del 'procés'. Saben poco de ella y entienden que la vía secretista de acceder a ella tiene carencias democráticas esenciales, pero le encuentran varias virtudes. La principal: es una propuesta de carácter inmediato. La segunda: les han dicho que es posible, pero que si no se materializa tampoco pasará nada trascendente («el no ya lo tenemos») porque creen que el precio son unas simples tensiones que en todo caso podrán olvidarse después de no demasiado tiempo.
Tanto esos catalanes como los 'indepes' de verdad, los que llevan a la espalda un largo recorrido, y también, creo, la mayoría de quienes todavía intentarían –antes de apoyar la secesión– una reforma constitucional real, como primera fórmula para desmarcarse de esos españoles que siguen votando lo que es Rajoy, lo que hace y lo que encarna, todos ellos, casi toda Catalunya en suma, desconocen lo que hay a la vuelta de la esquina si en octubre se encarrilase la independencia.
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