Opinión | Editorial

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La escuela pública recupera posiciones

Barcelona abre siete nuevos centros el mismo curso en que Catalunya suma aulas de P-3 y profesorado

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Si la apertura de una escuela es motivo de gozo, cuando se inauguran siete al mismo tiempo la satisfacción se multiplica. Eso es lo que sucederá la próxima semana en Barcelona: con el inicio del curso abrirán las puertas siete nuevos centros públicos. Es el resultado del mayor esfuerzo, en el campo educativo, de la última década, marcada por la crisis y las restricciones.

Este hito en la recuperación del volumen de inversiones sociales de la Administración (en este caso, Generalitat y Ayuntamiento a través del Consorci d’Educació de Barcelona) es también el correlato del trasvase de alumnos de la escuela privada y concertada a la pública, en aumento los últimos años en Barcelona no solo por el recorte de los presupuestos familiares debido a la crisis sino por un factor no económico ni coyuntural: la extensión de los métodos novedosos de aprendizaje en la red pública de enseñanza, lo que la está haciendo más atractiva para las familias a la hora de decidir en qué centro escolarizan a sus hijos.

Se podrá objetar que seis de estas nuevas escuelas se alzarán, al menos de forma provisional, en módulos prefabricados. Es cierto que no es la mejor opción, pero sí la menos mala en una ciudad con un grave déficit de suelo urbanizable como Barcelona. Y hay que admitir que los módulos de hoy distan mucho de ser los barracones inhóspitos, fríos y oscuros que conocieron anteriores generaciones de catalanes en los años del desarrollismo desaforado y el aumento constante de población debido a las oleadas de inmigración.

A este buen dato del incremento de escuelas en Barcelona hay que añadir el de que, por primera vez en seis años, Catalunya sumará este curso aulas de P-3, que pasarán a ser 3.144, un 2,5% más que  la temporada pasada. Los docentes también aumentarán un 7%, hasta 71.175. Noticias que conviene subrayar, porque los trabajadores de la educación pública han mantenido alto el listón de la profesionalidad pese a haber sido un sector muy damnificado por la crisis. La escuela, pues, tiene motivos para un cierto optimismo en este inicio de curso, lo que invita a recordar que la enseñanza es la mejor inversión que puede (y debe) hacer toda sociedad y que sin una buena formación de base es muy difícil que los niños de hoy sean mañana ciudadanos libres.