ANÁLISIS

Pese a todo, nada es imposible

Messi se lleva el balón entre los béticos Tosca, Feddal y Adán.

Messi se lleva el balón entre los béticos Tosca, Feddal y Adán. / periodico

ANTONIO BIGATÁ

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La gran pregunta que se hace en este momento la familia barcelonista es si el actual recrudecimiento de la guerra civil societaria dejará resquicios por los cuales sea posible ilusionarse a fondo por el equipo. Porque hay equipo, pese a la huida de Neymar, por mucho que lo rodeen más incógnitas que en otros inicios de temporada. La gran baza de la continuidad de Messi y las garantizadas novedades tácticas que vienen (tanto por la reconocida capacidad de Valverde para aplicarlas como por las características concretas de los nuevos jugadores) abren un curso en el que todo –todo, en lo positivo– vuelve a estar al alcance de su mano. 

La duda recae en si el ruido que acompaña la ofensiva de Joan Laporta Agustí Benedito contra Josep Maria Bartomeu permitirá u obstruirá el trabajo y la progresión que debe hacerse en el plano estrictamente deportivo. Los buenos proyectos suelen crecer mejor en ambientes serenos, y en fútbol el desarrollo de los grandes equipos necesita la ayuda tanto de un empuje alegre y esperanzado desde la grada como de un viento favorable creado con racionalidad desde los medios informativos del entorno. 

¿Tendremos eso? No es seguro. Este club ya ha vivido tiempos objetivamente suicidas. Recuerden, por ejemplo, aquella etapa en que la impopularidad de Núñez empujaba a parte de la afición a considerar menos malas las derrotas porque podían contribuir al relevo del presidente odiado...

Un año perdido

Que conste, sin embargo, que sin su complejidad interna y la hipersensibilidad crítica de su masa social el Barça no sería el Barça. Y que conste también la legitimidad –y la lógica–de las críticas a Bartomeu. Ningún barcelonista merece lo que le han dado su club y la actual junta directiva el último año. Porque ha sido un año absolutamente perdido en lo deportivo. 

El tridente mundial de referencia está ahora en París, pero Messi es capaz de cualquier cosa si le rodean bien

La última temporada de Luis Enrique, desastrosa, desaprovechó la última coincidencia de Messi y Neymar en un mismo once, estuvo lastrada desde el principio por un planteamiento erróneo de fichajes de jugadores supuestamente complementarios, desarrolló después una política inmadura de rotaciones y ancló al equipo en la irregularidad. Ante eso, los responsables no supieron intervenir ni para resolver esas cuestiones ni para proceder al relevo o tutelaje de un entrenador manifiestamente gastado y sin ideas desde finales del 2016. 

Pero el año se perdió también en la preparación de la logística para el siguiente, que es este. Messi continúa porque es sin duda un buen barcelonista y habrá decidido darle un año más de confianza a la posibilidad de un enderezamiento, pero está claro que no se trabajó bien desde arriba la identificación de los jugadores con el proyecto del club. Ahí está lo de Neymar

Desastre en el mercado

En paralelo, la dirección técnica no supo preparar con eficacia ni las posibles contrataciones de este verano ni las salidas convenientes. Desastre sobre desastre, todos ellos encarecedores, con el telón de fondo de una sobrecarga absurda de empleados y sueldos así como una multiplicación de cargos que, a la vista de cómo actúa el club en las cuestiones delicadas, deben ser esencialmente honoríficos salvo en la remuneración.

Pero aun así hay muchas posibilidades de que haya un buen equipo sobre el césped. El tridente mundial de referencia está ahora en París (con NeymarMbappé Cavani), y el pulso más morboso del planeta seguirá radicado en Manchester, donde Mou arranca está vez mejor que Pep Guardiola y el Chelsea. Pero el Barça conserva alrededor de Messi grandes jugadores experimentados capaces de cualquier cosa a poco que les complementen bien –y refresquen la dinámica colectiva– los fichajes. 

Este Barça puede competir con todos, pero necesita que la batalla del palco sea civilizada

Los retoques le van a permitir ejercer más tensión desde el centro del campo y la posibilidad de atacar con más velocidad y versatilidad. Eso permitirá aprovechar mejor los servicios de media y larga distancia del jugador más destacado del mundo. Con lo que tiene, está en condiciones de competir de tú a tú con los cuatro o cinco mejores equipos y puede amargarle en particular el año al Real Madrid. Pero para ello necesita más que nunca que sus seguidores crean en la viabilidad de esta nueva etapa, y que la batalla en torno al palco sea rigurosamente civilizada.