LA CLAVE

La risa mata el miedo

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Rafael Tapounet

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Cuando Ramón Pérez, abuelo de Muhammad Yasin Ahram Pérez (alias El Cordobés), afirma que no se puede creer «en qué se ha convertido» su nieto, está pensando sin duda en su condición de combatiente del Estado Islámico, pero bien podría referirse a otra cosa: en las últimas 48 horas, ese yihadista estrecho de hombros que en un pintoresco vídeo amenaza a España con «vengar» los desmanes de la Inquisición se ha convertido también en el hazmerreír número uno de Twitter. A ningún abuelo le hace feliz ver algo así.

Ahí va una de las lecciones de esta semana dolorosa llena de ruido y furia: a los españoles no los une la tragedia ni el espanto, sino la risa y el cachondeo. En los días que siguieron al ataque, cuando cualquier reacción jocosa parecía completamente fuera de lugar, las redes sociales eran un hervidero de mal café: catalanofobia, llamadas al cierre de periódicos, disputas entre cuerpos policiales, la conjura de los bolardos (a la que solo una letra separa de ser una película de Eisenstein), delirantes homilías de curas fachas, Hermann Tertsch desencadenado...

«Terrorista youtuber»

Hasta que con la aparición del Cordobés se encendió de nuevo la luz verde de la guasa y el escarnio y Twitter se llenó de chistes y 'memes' ridiculizando al hijo de la Tomasa (algunos de ellos muy brillantes, como ese hilarante vídeo de 'El Mundo Today' sobre el influencer del Isis: «Terrorista youtuber. Tiene millones de reproducciones pero no monetiza»).

Reírse del terror sin trivializar el sufrimiento de las víctimas parece una forma saludable de responder a quienes nos quieren acojonados. «La risa mata el miedo», le dice el monje ciego Jorge de Burgos a Guillermo de Baskerville en 'El nombre de la rosa'. Los terroristas pueden ser temibles, pero también son grotescos. Lo sabe bien el cómico británico Chris Morris, que en el 2011 estrenó 'Four lions', una divertidísima comedia sobre un grupo de yihadistas metepatas que, entre otras ocurrencias, planean atentar en el maratón de Londres disfrazados de tortugas ninja. En las entrevistas, Morris defendió la pertinencia de su visión bufonesca con un argumento imbatible: «El terrorismo tiene que ver con la ideología, pero también con la imbecilidad».