TRAS EL ATENTADO DE BARCELONA

Cuando el terror llama a la puerta de casa

Urge acabar con los nichos de marginalidad en nuestras sociedades, que generan los terroristas del futuro hechos en casa o promovidos por nosotros

Pla de la Boqueria, esta madrugada.

Pla de la Boqueria, esta madrugada. / periodico

JORDI CALVO

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Cuando algo así pasa en casa, las cosas se ven de otro modo. La sensación de miedo miedoes por un momento más grande que nunca -podría haberme pasado a mí, por allí paso casi todas las semanas- y la sensación de desasosiego es aún mayor -¿por qué en Barcelona, qué hemos hecho para merecer algo así?-. La solidaridad no tarda en apoderarse de todas las demás emociones -hemos de ayudar a los heridos, debemos acompañar a los familiares de las víctimas, tenemos que ayudar-. Las muestras de solidaridad de quien ha corrido a donar sangre, de quien ha ofrecido su taxi, de quien ha abierto su negocio para acoger a quien lo necesitaba han mostrado una ciudad que sabe estar a las duras y en las maduras.

Es verdad, lo primero que se debe hacer, como dicen rápidamente las autoridades, es hacerse cargo de las víctimas. Es obvio, pero hay que decirlo. También dicen que se hará lo posible para que quien ha cometido el ataque pague ante la justicia por lo que ha hecho. Es obvio también, pero hay que decirlo. Hasta aquí lo habitual, lo que nos une ante el dolor y la injusticia

El hecho de que haya pasado en Barcelona puede tener una lectura policial o de seguridad tradicional, pero también política y social

"Podía haberme pasado a mí"

Pero cuando algo así pasa en casa de uno hay que ir más allá. Cuando el miedo, la rabia, la empatía y la solidaridad dejan paso a otros pensamientos, nos preguntamos por qué, cómo ha podido ocurrir algo así. Aquí la respuesta no es ni fácil ni única. El hecho de que haya pasado en Barcelona puede tener una lectura policial o de seguridad tradicional; es una ciudad atractiva para ser objetivo de un ataque terrorista, es relativamente fácil entrar, salir y pasar desapercibido, es visitada por decenas de millones de personas que sentirán aquel "podía haberme pasado a mí ", ingrediente indispensable para generar miedo y terror.

Pero también puede tener una lectura política, es una ciudad del llamado Occidente, parte de un estado miembro de la UE, de la OTAN y de todo espacio identificado como enemigo por aquellos que difunden discursos de odio contra Occidente, como hace el Estado Islámico. E incluso social, Barcelona pertenece a una zona del mundo con elevados índices de paro, de marginalización de ciertas comunidades y de falta de oportunidades para la juventud y, por qué no decirlo, de racismo, xenofobia y represión de las minorías más o menos visible. 

Que alguien, organizado o no, inspirado por el Estado Islámico o no, con ganas de ejercer la violencia extrema, con más o menos medios, pueda elegir la Rambla de Barcelonala Rambla de Barcelona no debería sorprender a nadie. Lo que también es cierto es que en el mundo hay cientos o miles de opciones tan plausibles como Barcelona para ser escenario de un ataque terrorista. Es decir, hay razones circunstanciales que explican el porqué y razones de carácter político y social que apelan a la responsabilidad de las políticas que nuestros gobiernos han llevado a cabo.

Qué podemos hacer

Finalmente, hay que detenerse y con calma y honestidad analizar qué podemos hacer para que algo así no nos vuelva a pasar. Ante las consecuencias de la violencia lo hacemos relativamente bien, pero ¿qué hacemos para afrontar las causas? ¿Podemos desde un punto de vista policial o de seguridad blindar Barcelona, la Rambla y todos los espacios enblemáticos? Podemos hacerlo en todas las ciudades del mundo con características similares? Es obvio que no podemos evitar que nadie pueda hacer algo así otra vez. Así pues, ¿qué podemos hacer desde un punto de vista político y social? ¿Qué tenemos que cambiar para que no haya quien quiera, organizado o no, inspirado en otros ataques terroristas previos, ejercer la violencia de este modo? 

No debemos caer en soluciones ciones fáciles ni en medidas apresuradas. Busquemos los culpables, pero seamos conscientes de que la espiral de violencia que vivimos es cosa de todos

Hablando de política, ¿tendrán algo que ver los millones de personas que han muerto -y que lo siguen haciendo- a manos de ejércitos Occidentales? ¿Puede tener alguna relación que en medio mundo se estén matando con armas fabricadas en nuestro país? ¿Puede que haya comunidades, pueblos, países e incluso estados que deben su pobreza inestabilidad a la intervención militar de los ejércitos de la OTAN o la usurpación de riquezas de las empresas transnacionales norteamericanas y europeas? ¿Puede que nosotros -quiero decir, nuestros gobernantes- hayamos hecho algo para generarnos tantos enemigos? Incluso hemos hecho que nos aparezcan en casa. Algo, pues, tendremos que hacer para evitar que los jóvenes europeos opten por enrolarse o seguir las pautas de grupos violentos. Es urgente acabar con los nichos de marginalización en nuestras sociedades que generan los terroristas del futuro hechos en casa o promovidos por nosotros.

Cuando el terror llama a la puerta de casa no debemos caer en soluciones fáciles ni en medidas apresuradas. Busquemos los culpables, pero seamos conscientes de que la espiral de violencia que vivimos es cosa de todos. Respondamos con sensatez, determinación y paz. Necesitamos mucha paz para acabar con tanta violencia.