ANÁLISIS
Trump cruzó la raya roja
Muchos congresistas republicanos pasarán del enfado privado a la acción política para echar al presidente si ven peligrar sus puestos
Ramón Lobo
Periodista
Periodista
Ramón Lobo
No es el 'Rusiagate' lo que va a expulsar a Donald Trump de la Casa Blanca, sino su insultante incapacidad para comprender la realidad y lo que significa ser presidente de EEUU. En las más de cinco mil horas que lleva en el cargo no ha tenido un solo minuto presidencial, de hombre de Estado. Se comporta como si siguiera en 'The Apprentice', el 'show' televisivo en el que construyó su mito de empresario de éxito, y sobre el que edificó el personaje político.
Se comporta de manera tan apresidencial porque vive en una burbuja de telerrealidad cuyo símbolo es la Trump Tower de la Quinta Avenida, un espacio físico (dorado) en el que todos le rinden pleitesía porque todos son sus empleados. El problema está el mundo exterior, lleno de “gente mala” y de “noticias falsas” que se mueven de manera autónoma a su ego.
Sin careta
La secuencia de sus tres reacciones a los graves incidentes racistas en Charlottesville, con un muerto y decenas de heridos, le inhabilitan para el cargo. La primera fue de equidistancia. Al hablar de violencia “desde muchos sitios” equiparaba una marcha supremacista con gente del Ku Klux Klan, banderas nazis, parafernalia militar y exhibición de armas de fuego con manifestantes que protestaban contra esa ostentación de valores fascistas. En la segunda se desdijo un poco al culpar a los supremacistas. Fue una reacción impuesta por la presión mediática.
La tercera fue una vuelta a la primera, pero sin careta. Cargó sobre todo contra la violencia de “la izquierda alternativa” y llegó a decir que estaba seguro de que “había buena gente en los dos lados”. Ese es el Trump real, el incapaz de anticipar el impacto global de sus palabras.
Críticas de militares
En un segundo cruzó una línea roja que puede ser la que accione su caída. Ha perdido el apoyo del Departamento de Asuntos de los Veteranos y recibido críticas de mandos militares, como el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Mark Milley, quien mostró su rechazo a toda forma de racismo, extremismo y odio contrario “a nuestro valores y todo lo que defendemos desde 1775”. Se ha peleado con los empresarios. Contraprogramó el goteo de dimisiones en el consejo asesor para la industria con la disolución del grupo en un tuit. Los expresidentes Bush, padre e hijo, se mostraron de manera inequívoca contra los supremacistas.
Es fácil de entender: EEUU perdió 419.400 soldados en la segunda guerra mundial luchando contra Adolf Hitler y un Japón filonazi. No peude haber “gente buena” en las ideologías del odio que han causado, y causan, millones de muertos.
Una América blanca y sin aditivos
Frente a las críticas a Trump están los aplausos tuiteros de los nazis estadounidenses y de los líderes del KKK, que no necesitan esconderse bajo capuchas porque tienen un presidente que les comprende. Son los que quieren una América grande, los que proclaman 'América primero'. Lo que quieren de verdad es una América blanca sin aditivos culturales ni étnicos.
La pista rusa sigue su curso. El fiscal especial Robert Mueller avanza en su investigación como si fuera una partida de ajedrez. Su primer objetivo son peones. Los tiene a tiro, entre ellos están el hijo mayor del presidente, Donald Trump jr, y el marido de su hija Ivanka, Jared Kushner. Después caerán los alfiles y los caballos, y la reina antes del jaque mate.
Como el 'Watergate'
La vía es similar a la del 'Watergate', que tumbó a Richard Nixon. Exige paciencia e investigación. En noviembre del 2018 se celebrarán elecciones legislativas. Se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Los republicanos tienen el control de ambos. Pero en EEUU la política no funciona como en España, donde los diputados se mueven a golpe de corneta. Allá hay muchos matices. El voto, sobre todo en el Senado, es a la persona, a su eficacia para defender los intereses de sus conciudadanos. Un control republicano del Congreso no garantiza el apoyo a un presidente republicano, Pasó con el 'Obamacare'.
Con estos comicios en el horizonte se puede decir que no habrá destitución antes de estas elecciones. Me refiero a la vía Mueller.
Lo ocurrido en Virginia y la reacción de Trump alientan otro proceso de destitución paralelo a la pista rusa: por incapacidad, sea la laboral o mental. Carl Berstein, uno de los periodistas del 'Watergate', afirma que muchos congresistas republicanos dicen en privado que no debe seguir al frente de lo que Berstein llama “una presidencia maligna”. Que pasen del enfado privado a la acción política dependerá de un único factor: que sus puestos estén en peligro. Y lo empiezan a estar según algunas encuestas. El tic-tac está en marcha.
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