No son los principios, es poder

Imposible es que Sánchez e Iglesias piensen que, hoy por hoy, pueden alcanzar solos una mayoría para gobernar España

García-Page y García Molina en el Palacio de Fuensalida, Toledo.

García-Page y García Molina en el Palacio de Fuensalida, Toledo. / periodico

Javier Aroca

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En política lo primero que se olvida es lo prometido. No es verdad, en este ámbito al menos, que ni siquiera lo dicho  sea deuda. Si releemos y repensamos la agresividad verbal , el exceso interpretativo, gesticulante, de García-Page con respecto a Podemos, en los momentos de lucha por el poder interno socialista, por ejemplo, nada nos haría pensar que hoy están gobernando juntos en Castilla-La Mancha. Igual podríamos afirmar de la 'performance' continua de la militancia , seguidores o no, de José García Molina, el nuevo flamante vicepresidente de su Gobierno.

No merecen mejor opinión Iglesias y Sánchez. Uno, el primero, porque lo pudo forzar antes y no quiso o no pudo; otro, porque afirmó, recién recobrado institucionalmente del golpe palaciego, que acabaría con los barones y baronesas  y, si me permiten, lo ocurrido en Castilla-La Mancha es , sobre todas las cosas, un acto de baronía, es decir, en interés de uno de sus barones.

Por eso, me cuesta trabajo entender el entusiasmo de Echenique sobre la posibilidad de traslado del acuerdo a otros ámbitos, el estatal, por ejemplo. Es posible, sí, pero a la espera de mejor poder, es decir, de que les interese a los barones o de que sea posible el ejercicio del poder sin barones, o mareas o versiones territoriales. Y en esto, ambos, Iglesias y Sánchez, perfecta y patológicamente de izquierdas, adolecen de la misma quiebra de poder.

Una lección de realismo

Si atendemos a las continuas invectivas entre las dirigentes de Podemos y PSOE en Andalucía, primer teatro de poder del socialismo en España,  el futuro es negro para plantearse escenarios semejantes a los soñados por Echenique, pero ya veremos. Teresa Rodríguez, la líder andaluza de Podemos,  se ha apresurado a negar traslación del acuerdo castellanomanchego y Susana Díaz, sin comentarios. Pero García-Page acaba de darnos a todos una lección granizada, fría, y no es por la canícula estival, de realismo político, por lo que a mí,  al menos, no me van a sorprender con lo que haya de venir.

No es una cuestión de principios. Ni el programa de ambas formaciones políticas lo impide, ni menos las expectativas y posibilidades, véase la última encuesta del CIS, invitan a pensar que es imposible. Imposible es que el uno o el otro piensen que, hoy por hoy, pueden alcanzar solos una mayoría suficiente para gobernar España o la mayoría de las Comunidades Autónomas.

Si  no es de principios es de poder. De poder gobernar o de poder seguir gobernando en algún sitio. De lo último, el botón de muestra lo ha dado García-Page; de lo primero, otro GarcíaMolina.

Asalto al Gobierno

Seguirán otros acuerdos, autonómicos o municipales, dependerán de los fragmentos de poder, de las baronías. Otra cosa será que se puedan poner de acuerdo para el asalto, institucionalmente claro, al Gobierno central, eso va a depender de lo contrario, de que cada vez tengan los secretarios generales de PSOE y Podemos su poder menos fragmentado y, por ahora, hay más de lo primero que de lo segundo.