IDEAS

Empodera que algo queda

La ola de seudofeminismo que azota en Hollywood el cine de acción halla esta semana su dosis en 'Atómica', con Charlize Theron

Charlize Theron, en un fotograma promocional de 'Atómica'.

Charlize Theron, en un fotograma promocional de 'Atómica'. / periodico

Ramón de España

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Nunca pensé que alabaría la coherencia y honestidad de Michael Bay, tipo que encabeza mi lista de cineastas dañinos, pero no me queda más remedio cuando veo que estrena la nueva entrega de sus 'Transformers' (tan espantosa como las anteriores, intuyo) manteniéndose fiel a sí mismo y ajeno a la ola de seudofeminismo que azota en Hollywood el cine de acción y que halla esta semana su dosis en 'Atómica', con Charlize Theron.

La cosa empezó a la chita callando con 'Underworld' 'Resident evil', donde Kate Beckinsale y Milla Jovovich, respectivamente, repartían estopa. Siguió con 'Ghost in the shell' (ahí era Scarlett Johanson quien daba las bofetadas) y se consagró con 'Wonder Woman', donde el cinismo de Hollywood alcanzó su cénit y llegó a hablarse de empoderamiento femenino (la directora, Patty Jenkins, soltaba rollos feministas exculpatorios en plan Mercedes Milá cuando decía que GH era un experimento sociológico y no la birria que parecía) con lo que no era más que otra película de superhéroes (heroínas, en este caso) llena de efectos especiales y bofetadas a lo Bud Spencer, pero mejor rodadas.

La nueva entrega del tocomocho es 'Atómica' y también va de mujeres empoderadas; es decir, de una señora que suelta unos sopapos que ni Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone. Con 'Arnie' y 'Sly' podíamos decir que sus cintas eran tontas y sentirnos intelectuales y progresistas, pero si decimos lo mismo de 'Wonder Woman' y 'Atómica', corremos el riesgo de que se nos acuse de machistas e insensibles. Cuando las bofetadas las suelta una mujer, el cine de acción con guiones comprensibles hasta por un chimpancé deviene feminismo del mejor, aunque solo se trate del último intento de Hollywood por lucrarse.

Alguien llegó a la conclusión de que se estaba perdiendo dinero porque las mujeres no iban a ver filmes de tiros y bofetadas, y se inventó este feminismo de estar por casa y este empoderamiento falso. Había que poner a las chicas a dar estopa. Eso sí, tenían que estar buenas para no perder al público masculino, que no pagaría por ver a gordas dando caña.