La clave

Turismofobia, turismofilia

Barceloneses, barcelonesas, cada vez que se topen con un viajero, ¡abrácenlo!

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IOSU DE LA TORRE

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Turismofobia, turismofilia. Frente al empacho de la marea de viajeros que invaden las calles, el abrazo de los hoteleros, las agencias de viaje y los dueños de bares y cuantos negocios afloran fertilizados por el sol, la primera industria española. Que la cosa se ha ido de las manos se percibe a cada hora del día. Por la mañana, al mediodía y a la madrugada. Y no es culpa de la ola de calor. Y mucho menos exclusivamente de la alcaldesa Colau.

Quizá las altas temperaturas tengan algo que ver en el delirio de algunas portadas de diarios. Ya tienen serpiente del verano: la violencia callejera se apodera de los movimientos que claman contra el resultado de la invasión turística permanente. 'Radikales' del mundo, uníos. El asalto a un bus turístico, a una tienda de bicis de alquiler y varias 'performances' con el chisporreteo de las bengalas, todas sumadas, construyen la ecuación: la turismofobia es ETA. Solo falta que reaparezca Mayor Oreja en bañador meyba, a lo Fraga Iribarne en Palomares, para sostener, sin pestañear si quiera, desde una playa guipuzcoana, que sobre la arena están los adoquines, que detrás de los asaltadores de autobuses se esconden los separatistas del uno a cero.

Ay, la calor.

La mística del abrazo

Apostemos por la turismofilia de los hoteleros. Barceloneses, barcelonesas, cada vez que se topen con un viajero, ¡abrácenlo! Como Mata Amritanandamayi, la gurú india que consuela a la gente estrechándola contra su cuerpo. Repitamos el mantra 'amo al turista', demos abrazos Rambla arriba, Rambla abajo. No importa que haya turistas malos. Amor, mucho amor. Qué más da que un borracho aporree los timbres de casa antes del amanecer. Que un grupo de bañistas jueguen a fútbol en paseo de Sant Joan-València sin importarles los peatones, adultos y niños. Abrácenlos. No protesten. Que somos los herederos de Gandhi. Con la cantidad de pasta que se dejan en la ciudad. Que sin turistas Barcelona sería más gris que Bilbao antes del Guggenheim.

PD: Arran, ¡las juventudes de la CUP!, hace años que muestra su disconformidad en los pueblos de Catalunya. Ahora ha bajado de las comarcas a la gran ciudad.