Gente corriente

Montse Félez: «Duele decirle a un hijo que lo juzgarán por su color»

Es una de las voces de la Asociación de Madres Blancas con Hijxs Negrxs y no se muerde la lengua denunciando el racismo

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GEMMA TRAMULLAS

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Montse Félez es traductora, vive en el barrio de Poblenou de Barcelona y tiene dos hijas de 12 y 14 años adoptadas en Etiopía. Su maternidad la ha hecho consciente del privilegio que supone ser blanca y la ha llevado a denunciar el prejuicio y el racismo.

–¿Qué diferencia hay entre adoptar un niño negro o un niño blanco? Tener un hijo es una responsabilidad, un hijo adoptado es una responsabilidad añadida y un hijo adoptado negro es otra responsabilidad añadida más, además de una gran oportunidad para crecer como persona. Para empezar, si tienes un hijo negro estás más expuesto a que te cuestionen el sentido de la familia. A mí me han preguntado varias veces por qué adopté niñas negras. 

–¿Y qué contesta? He llegado a decir: «Porque las azules se habían acabado». Yo no me planteé adoptar un niño negro o uno blanco; fue un proceso.

–¿Al principio del proceso era consciente de esa responsabilidad añadida? No era consciente de todo lo que comporta ser negro en una sociedad blanca y racista. Tu hijo se puede llamar Jordi y tener DNI español, pero si va por la calle sin ti es un negro y eso va asociado a un estereotipo. Tenemos leyes antidiscriminación avanzadas pero el día a día es otra cosa. A mí no me negarán el alquiler de un piso por ser blanca, pero a mis hijas puede que sí por ser negras.

–¿Cómo preparar a los hijos para eso? Con mucha honestidad. Decirle a un hijo que la sociedad lo juzgará por su color duele. A mi hija mayor la pararon al salir de un centro comercial y me preguntó: «¿Es porque soy negra, verdad?». Yo tampoco quiero que se sientan víctimas continuamente y encontrar el equilibrio es difícil. 

–¿Qué les aconseja? Depende de la situación. Si las para la policía, les digo que no se indignen, que enseñen enseguida los documentos y que digan que quieren llamar a sus padres. Tampoco pueden reaccionar como un blanco.

–¿Por qué no? Si te para la policía y eres blanco, te puedes indignar, pero si eres negro y reaccionas así puede que te lleven a comisaría.

–¿Cuántas veces le dicen que exagera? Continuamente. De hecho, la Asociación de Madres Blancas con Hijxs Negrxs surge porque me he cansado de quejarme, de sentirme víctima, de que nos ninguneen y de que nos digan que a ver si no seremos nosotras quienes estaremos metiendo estas cosas en las cabezas de nuestros hijos.

–¿Dónde encuentra menos comprensión? El problema principal es la escuela. Que le digan a tu hija «tu padre te cagó porque eres negra» y que el profesor te diga que se trata de un niño conflictivo y que ya hablarán con él. Te dicen que ya hay un protocolo antiacoso y que ya trabajan los valores de la igualdad, pero no les explican a los niños que hay una cosa que se llama racismo y que por ley es delito.

–No se aborda como un problema social. Hacen muchos talleres de reciclaje, sexualidad e internet, pero muy pocos de racismo. Un día mi hija estaba con un compañero que, al ver pasar una chica negra, le dijo: «Mira, esta podría ser tu hermana». Este tipo de microracismos no se pueden ventilar diciendo que son cosas de niños. 

–¿Por dónde empezar? Lo primero sería tomar conciencia de nuestro privilegio blanco y hablar del antigitanismo, del negocio de la esclavitud, dejar de asociar África solo con guerra y miseria... El racismo es privilegio más poder y hay que ir a las estructuras: escuelas, instituciones y medios de comunicación. Por eso una de las ideas que tenemos es crear un protocolo para las escuelas. 

–¿Sufre por el futuro de sus hijas? Como todos los padres. Mis hijas son una alegría inmensa, son fuertes e inteligentes y estoy convencida de que aportarán mucho a la sociedad. Mientras tanto, yo estaré ahí para darles las herramientas que les permitan encontrar su identidad en una sociedad que las ve de otra manera.