OPINIÓN

'Ney' ha muerto, pero que viva el Rey

¿De verdad pensábamos que algún día Neymar sería el relevo de Messi, un líder, un remolcador del Barça y sus circunstancias?

Neymar, este miércoles, a su llegada a Sant Joan Despí.

Neymar, este miércoles, a su llegada a Sant Joan Despí. / MF

Eloy Carrasco

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cada minuto que pasa se engrandece más la figura de Messi. Gracias, Neymar Jr., tanta paz lleves como descanso dejas. Hasta nunca, Neymar Sr., que la codicia sea siempre contigo.

Al final, este episodio terminará de una forma que debería resultar muy familiar para el Barça. Es raro que en este club saturnal acaben bien los grandes astros: muchos padres devorando hijos a lo largo de la historia.

De aquí salieron por piernas Maradona, Schuster, Ronaldo, Figo, Romário, Ibrahimovic. Son algunos de los mejores futbolistas que el mundo ha visto y sin embargo ninguno de ellos logró que el Camp Nou le rindiese un partido de homenaje. A uno incluso le arrojaron una cabeza de cerdo, que es lo más parecido a encontrarse en la cama la cabeza de caballo de 'El Padrino', pero en plan charcutero.

Difícil reemplazo en el campo

Todavía podemos no estropearlo, aunque el año pasado estuvimos a punto, y conseguir que Messi acabe sus días aquí entre honores y felicidad, eso es lo importante. ¿Y Neymar? ¿De verdad pensábamos que algún día podría ser el relevo, un líder, un capitán, un apropiado remolcador del Barça y sus circunstancias de gran tonelaje? Extraordinario futbolista de muy difícil reemplazo en el campo (eso no se discute), pero, como gran estrella pop que en el fondo es, al cabo resulta un frívolo y propenso a la sandez (las irritantes escenas con las botas en cada partido, los nefandos viajes de escaqueo con la excusa del cumpleaños de la hermana, la perenne compañía de esa cuadrilla de mantenidos conocida como Toiss) que tarde o temprano iba a armarla. Es su naturaleza.

Nadie puede olvidar que aterrizó en Barcelona tras firmar el contrato más turbio de la historia del fútbol, dejando toda clase de vorágines en las cunetas y al club condenado por primera vez en más de un siglo de vida. ¿Alguien creía que el tigre jamás volvería a comer carne? Quizá Neymar, como predijo Unzué el día que lo reprendió al verlo llegar a un entrenamiento en malas condiciones, estaba más cerca de un final como el de Ronaldinho que de un futuro como el nuevo Messi. Quizá su adiós libere el corsé táctico del tridente, tan hermoso en los pósters y tan estéril en no pocos partidos decisivos. 

Quizá Neymar, como predijo Unzué, estaba más cerca de un final como el de Ronaldinho que de un futuro como el nuevo Messi

Nadie queda en buen lugar

La marcha de Neymar se va a consumar tras un feo dramón empapelado en billetes en el que casi nadie queda en buen lugar. Ni él y sus secuaces, ni el club -comprensiblemente descolocado al principio, penosamente pasivo luego-, ni siquiera Piqué, casi siempre certero lanzador de cuchillos, pero confuso y liante en esta ocasión. Con los tuits también se suele manejar de maravilla Gary Lineker, que la ha vuelto a clavar. «Después del Barça solo se puede ir hacia atrás», viene a decir.

Neymar va a sentarse sobre una gran montaña de dinero en un club más pequeño que el azulgrana, aunque salvajemente ambicioso. En su lógica, es un avance. En Barcelona, despojado el juicio de innecesaria acritud, deja cuatro años en los que ha demostrado que ser  muy bueno no alcanza para ser el Rey. Y también que bajo el escudo de los besos falsos no siempre hay corazones.