EN CLAVE EUROPEA

Hacia un choque entre la UE y Estados Unidos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su discurso.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su discurso. / periodico

Eliseo Oliveras

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La nueva legislación norteamericana para ampliar las sanciones económicas a Rusia e Irán, que acaban de aprobar la Cámara de Representantes y el Senado, aboca a un choque económico entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos y puede constituir además un nuevo factor de desestabilización y fractura interna dentro de la propia UE. La nueva ley supone una amenaza para las empresas europeas asociadas con firmas rusas y en sus inversiones en Irán. La ley, cuyo aplastante respaldo parlamentario permite revocar un veto del presidente Donald Trump, evidencia el enfoque unilateral de EEUU en la política internacional, sin tener en cuenta a sus teóricos aliados europeos, y su objetivo de favorecer a las compañías norteamericanas.

La ley, denominada Countering Iran's Destabilising Activities Act 2017 (que cubre también Rusia y Corea del Norte), establece la imposición de sanciones por parte de EEUU a empresas no norteamericanas vinculadas a las infraestructuras de exportación energéticas de Rusia o que inviertan en prospecciones petrolíferas en el Ártico, en alta mar o en el fracking gas.

Respecto a Irán, la ley impondrá sanciones a cualquier empresa no norteamericana que tenga vínculos con una entidad o persona iraní que Washington considere conectada al programa de misiles, a la Guardia Revolucionaria o a actividades desestabilizadoras. Dado el papel clave de la Guardia Revolucionaria en la economía iraní y su control sobre numerosas empresas (hidrocarburos, construcción, telecomunicaciones, automóvil, navieras, ingeniería), su designación como entidad terrorista en la ley da pie a que EEUU sancione a firmas europeas que inviertan en Irán porque hay un miembro de la Guardia Revolucionaria vinculado a la operación.

Nord Stream

Los proyectos energéticos europeos más amenazados por las sanciones son los gaseoductos Nord Stream  (el número 2 en proyecto), que conectan Rusia con Alemania por el mar Báltico. En Nord Stream, están asociadas a la rusa Gazprom las empresas alemanas E.ON y Wintershall (BASF), la francesa Engie y la holandesa Gasunie. En el proyecto Nord Stream 2, participan además la austriaca OMV y la alemana Uniper.

Otras inversiones europeas con las rusas Gazprom y Rosneft que pueden verse afectadas son: Baltic Liquiefied Natural Gas (Shell, holandesa), los yacimientos de Sakhalin 2 (Shell), el gaseoducto del Mar Negro Blue Stream (ENI, italiana), el oleoducto CPC del Caspio (Shell, ENI) y el yacimiento egipcio de Zohr (ENI y British Petroleum).

Los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania y Austria, Sigmar Gabriel y Sebastian Kurz, han advertido que  no aceptarán "la amenaza de sanciones extraterritoriales ilegales" de EEUU a firmas europeas, que tendrían "un impacto muy negativo" en las relaciones trasatlánticas. "La red de suministro energético europea es una asunto de la UE, no de EEUU", han subrayado los ministros, tras destacar que lo que pretende la nueva ley es "vender el gas licuado norteamericano a Europa para sustituir al gas ruso".

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha amenazado con una respuesta contundente de la UE si se aplican sanciones. No obstante, la adopción de medidas de represalia de la UE pueden encallar por la falta de colaboración de Polonia y los países bálticos, que se oponen al gaseoducto Nord Stream 2, porque consideran que acrecienta la dependencia energética de Rusia y prefieren el gas norteamericano, aunque sea más caro. Esto podría agravar la fractura entre Polonia y Europa occidental.

Conflicto comercial

Las amenazas de Trump de adoptar medidas para proteger el acero norteamericano hacen temer otro conflicto comercial en este sector. La comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, ya ha avisado que la UE adoptará represalias si se penaliza el acero europeo.

EEUU tiene una larga tradición de emplear medidas extraterritoriales para perjudicar a empresas europeas y favorecer los intereses de compañías norteamericanas. Washington ha impuesto en los últimos años sanciones por más de 38.500 millones de euros a compañías europeas en base a una amplia variedad de leyes extraterritoriales por invertir o comerciar con países que no le gustaban a EEUU (Irán, Irak, Cuba, Libia, Sudán...), como detallaba un informe de Le Monde Diplomatique en enero.

EEUU incluso recurrió a sus sistemas globales de espionaje para privar de contratos a firmas europeas en beneficio de norteamericanas en Arabia Saudí, Brasil e Indonesia, entre otros, como reconocieron los ex directores de la CIA, George Tenet y R. James Woolsey.