El debate feminista

¡Siga a ese coche, es una chica!

Puede ser útil el debate feminista más bizantino, pero difícilmente incidirá más en el futuro que un automóvil que habla, es mujer y no pierde rueda

Cars 3 Rayo McQueen, contra el tiempo_MEDIA_1

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MIQUI OTERO

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En una terraza de Badalona al lado de la vía, trenes que nadie tiene intención de coger hasta la siguiente ronda silbando a nuestras espaldas, Laura Fernández radia en directo la escena clave de 'Cars 3'. Casi nos ponemos en pie cuando explica cómo Rayo McQueen toma consciencia de que la mejor candidata para ganar es Cruz Ramírez. No nos importa que sea un bólido chico quien cede el testigo, ni que Pixar tome esta curva por oportunismo comercial, ni siquiera lo raro de que un coche tenga sexo (como esas cuchillas de afeitar color rosa «para ellas»), sino que los niños que ahora miran una batalla de zombis contra plantas en el móvil y liban Trina en esta mesa de zinc han visto que ese personaje femenino (de carrocería amarilla) no es segunda de nadie.

Horas antes se ha anunciado que el próximo Dr Who será una mujer y nos mofamos de los que se han encabritado, porque es un maldito alienígena con dos corazones, así que podría encarnarse en caniche, Rajoy o panificadora.

Laura, novelista que enciende mundos como nadie, explica cuando, enfadada por la nula presencia femenina en el equipo de fútbol del cole, fundó uno. Aunque le aburría tanto ser portera que lo abandonó a los cinco minutos, ahí quedó el gesto, que suele ser más importante que la gesta. Yo devoraba 'Campeones' cuando era niño, esa serie en la que el fútbol infantil llenaba estadios y sus jugadores casi volaban, aunque sufrían descalcificación o achaques coronarios, y donde el personaje femenino era una chica que fundamentaba su existencia en perseguir al protagonista. Así que mi primera epifanía me la brindó en la pista de básquet un equipo femenino de instituto estadounidense que vino a entrenarse con nosotros y nos ganó de 50 (se nos merendaron como a gambitas de Palamós).

Comentamos en esa mesa de Badalona que puede ser útil el debate feminista más bizantino, pero que difícilmente incidirá más en el futuro que un coche que habla, es mujer y no pierde rueda. La escritora Caitlin Moran me dijo una vez que no entendía por qué los grupos de chicas punk 'riot grrrl' preferían no salir en grandes medios que distorsionaban sus ideas, porque ella, en su Wolverhampton de clase obrera, no podía acceder a fanzines underground pero ansiaba modelos femeninos en la cultura popular: «Mira: lo que necesitamos es visibilidad. Eso y una tonelada de leyes fuertes y una medicina milagrosa anticistitis, claro».