Opinión | EDITORIAL

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Listas de espera y escasez de médicos

La dificultad de regenerar las plantillas de facultativos reclama una revisión del acceso a los estudios de Medicina

Un equipo realizando todos los preparativos en un quirófano antes de una intervención en Can Ruti.

Un equipo realizando todos los preparativos en un quirófano antes de una intervención en Can Ruti. / JOAN CORTADELLAS

El 'conseller' de Sanitat Boi Ruiz traspasó la cartera a su sucesor, Antoni Comín, con muchos frentes abiertos, entre ellos uno especialmente sensible para los ciudadanos: las dilatadas listas de espera para diagnosis e intervenciones quirúrgicas. En descargo del 'exconseller' valga recordar que el departamento de Salut fue uno de los más castigados por los severos recortes del Govern de Artur Mas. Con menos conocimientos técnicos pero con mayor sensibilidad social que su antecesor, Comín se fijó como uno de sus objetivos la reducción de las largas esperas hospitalarias, que sitúan a Catalunya entre las primeras comunidades de España en ese nada edificante ranking.

Para ello se diseñó un plan de choque pactado entre Junts pel Sí y la CUP que contempla reducir el 50% las colas para visitas al especialista y pruebas diagnósticas, y otro 10% para intervenciones. La previsión de 57 millones aprobada en los Presupuestos debía constituir un respiro para los 64 hospitales públicos que antes de abril del 2018 deben haber reducido las demoras. Aunque los retrasos acumulados son más que notables y dificultan el logro del objetivo, los gestores hospitalarios confiaban en estos meses de verano, cuando la actividad teóricamente desciende, para recortar sus calendarios de espera.

El desafío de las listas ha dejado a la intemperie uno de los graves problemas de la red sanitaria catalana: la escasez de facultativos y trabajadores de enfermería, sobre todo cirujanos, anestesistas y enfermeras de quirófano. Víctimas tambien ellos de una asfixiante presión laboral, muchos acumulan un gran estrés que les impide aceptar la oferta –nunca bien pagada– de prolongar sus jornadas o reducir sus vacaciones veraniegas en aras de la reducción de las esperas. 

Todo ello dibuja un preocupante panorama, no solo presente sino con vistas a años venideros. Las previsiones indican que en la próxima década se jubilarán 9.000 médicos. La dificultad de relevarlos de forma natural apunta obligadamente a la revisión del sistema de admisión en las facultades de Medicina. Tres de cada cuatro alumnos que quieren formarse como médicos no lo consiguen. El acceso a unos estudios, ya de por sí exigentes, se muestra muy rígido, a lo que hay que sumar la precariedad laboral y salarial de los doctores jóvenes que soportan muchos problemas de promoción interna.