EN CLAVE EUROPEA

Turquía, socio muy problemático

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tras conocerse los resultados del referéndum que avalan su reforma constitucional.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tras conocerse los resultados del referéndum que avalan su reforma constitucional. / periodico

ELISEO OLIVERAS

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Turquía, bajo la dirección autoritaria e islamista del presidente Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido en un socio cada vez más problemático que acumula tensiones con la Unión Europea (UE) y la OTAN. Erdogan se muestra desafiante debido a su poder ante la UE para abrir o cerrar el flujo de refugiados e inmigrantes hacia Grecia y a su papel como bastión de la defensa del flanco suroriental de la OTAN. "Todo el mundo en la Alianza pasa por alto lo que hace por su papel clave", reconoce James Jeffrey, exembajador norteamericano y miembro del Washington Institute.

La pasada connivencia de Ankara con el Estado Islámico (y las otras milicias yihadistas), ampliamente documentada, no solo agravó la guerra civil siria, sino que también contribuyó a facilitar los atentados que han costado la vida de tantos ciudadanos de la UE y de la propia Turquía. Incluso ahora, tras los atentados yihadistas en territorio turco, desde Europa y EEUU se pone en duda la voluntad de Ankara de combatir realmente al Estado Islámico, ya que su objetivo prioritario es atacar a las milicias kurdas sirias (la fuerza más efectiva que usa Washington contra el Estado Islámico), como recuerda Marc Pierini, exdiplomático de la UE e investigador de Carnegie Europe.

DESMANTELAMIENTO DE LA DEMOCRACIA

La campaña de represión masiva emprendida por Ankara tras el fallido golpe de estado del 2016 y la cuestionada legitimidad del referéndum para instaurar un régimen presidencialista autoritario han acelerado el desmantelamiento de la democracia en Turquía. Ese proceso se inició en el 2013 con la violenta represión de las protestas en el parque de Gezi de Estambul y el encubrimiento del escándalo de corrupción de la cúpula del régimen.

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa colocó a Turquía bajo el estatuto de "supervisión" por su deterioro democrático el 25 de abril y el Parlamento Europeo tiene previsto el 6 de julio condenar a Turquía por la represión y pedir a la UE que suspenda las negociaciones de adhesión si se aplica la reforma presidencialista.

"Turquía se ha convertido en la principal prisión del mundo para los periodistas" con más de 150 encarcelados, recordó el periodista en el exilio Can Dündar al ser galardonado este jueves con el Premio Ernest Udina a la Trayectoria Europeísta 2017. "Es triste ver a la UE sacrificar sus principios y a la gente que lucha por la democracia en Turquía y ponerse en manos de Erdogan porque le garantiza el control de la frontera", lamentó Dündar. Pese a la masiva represión, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también insiste en subrayar "los valores comunes compartidos" por todos los aliados, como si no ocurriera nada en Turquía.

PUNTO DE EBULLICIÓN

La acumulación de conflictos de Erdogan con sus socios está alcanzado un punto de ebullición en vísperas de la cumbre del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G-20) que se celebrará el 7 y el 8 de julio en Hamburgo, con la cancillera Angela Merkel como anfitriona.

La Policía Criminal Federal alemana (BKA) ha avisado a numerosos diputados del Bundestag de que los servicios secretos turcos (MIT) están recabando información sobre ellos, según reveló esta semana el diario 'Die Welt'. El servicio de inteligencia alemán BND también advirtió a Ankara hace unos meses que pusiera fin al espionaje de los disidentes turcos en Alemania. El Gobierno alemán además ha vetado el mitin que pretendía celebrar Erdogan tras la cumbre del G-20 y ha exigido a Ankara que excluya de la lista de escoltas a los guardaespaldas que tienen una orden de arresto norteamericana por apalear a manifestantes en Washington.

EL ACERCAMIENTO A RUSIA

Las relaciones entre Berlín y Ankara se encuentran bajo mínimos y Alemania ha iniciado la retirada de sus aviones y tropas destinados a luchar contra el Estado Islámico de la base turca de Incirlik para trasladarlos a Jordania, debido al veto de Turquía a que los diputados alemanes pudieran visitar a esos soldados.

Aunque la OTAN guarda silencio sobre la represión generalizada de Erdogan contra la sociedad civil, sí que le preocupa la purga militar, porque ha degradado la capacidad operativa del Ejército turco y porque los nuevos altos oficiales carecen de la experiencia y los conocimientos de los depurados. Pero lo que alarma en especial a la OTAN es la negociación de Erdogan con Rusia para adquirir el sistema de misiles antiaéreos S-400, incompatible con los de la Alianza Atlántica y que supondría una enorme victoria diplomática de Moscú, ya que colocaría en el seno de la OTAN un sistema crucial de armamento ruso, que va acompañado inevitablemente de un sistema ruso de asistencia operativa y entrenamiento a largo plazo.