tú y yo somos tres
El error del asesino ajedrecista
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
ferran Monegal
Por primera vez en la actual temporada de la serie '<i>Nit i dia'</i> (TV-3), el asesino Benet Muntada (<b>Josep Maria Pou</b>) no ejecuta el trabajo que de él se espera. O sea, se apiada, deja libre, no elimina, a la joven abogada Carmen García (Mar Ulldemolins), a la que tiene que matar por orden del corrupto político y 'exconseller' Martí Miró (<b>Ramon Fotseré</b>). Cuando Benet está a punto de ejecutar a Carmen, y escucha de su boca que está embarazada, le entra de pronto un extraño remordimiento. Duda. Piensa. Y acaba dejándola suelta. ¡Ah! Es un golpe de guion heterodoxo. No encaja con la atractiva y retorcida personalidad de este liquidador por cuenta ajena, que lleva ya varios crímenes ejecutados con meticulosidad pulcra y perfecta. Los guionistas le han dibujado a Pou un personaje excelente. Un papel que él interpreta con virtuosa orfebrería escénica. Librero, gran lector, consumado ajedrecista y asesino de impecable perfección, Benet es el vehículo perfecto para el lucimiento de Pou. Lo borda. Esos encuentros de ajedrez con la niña Lía (Diana Ollé), en los que le enseña el desarrollo de grandes partidas históricas, como la inmortal de Byrne contra Fisher de 1956, por ejemplo,y le advierte profundizando en la relatividad del concepto de victoria y de derrota: «¿De quién es obra tanta belleza? ¿Crees que solo es obra del ganador? ¿O de los dos?». Esos diálogos con Carmen, a la que tiene que matar, y que mientras viajan en el coche recitan a Gramsci de memoria. ¡Ahh! Esta serie ha hecho sobre Benet un diseño exquisito. Y Pou lo ha metabolizado prodigiosamente. Su relación con la prostituta Wendy (Mima Riera) es otra filigrana. Una especie de rara 'delicatessen', lúcida, culta, enfermiza y de enorme atracción. Cada vez que la visita como cliente, le recita a un poeta. Esta semana, la 'Cançó de bressol', de Vicent Andrés Estellés. Y Wendy, agradecida, después de escuchar aquello de «la llimera i la parra i la flor del taronger», exclama emocionada «Avui no et cobraré!».
Ante un diseño de asesino tan perfecto, y ante una interpretación tan afinada e intensa, es arriesgado este último golpe de guion. No sé si para una víctima como Carmen resulta de algún consuelo que quien te quiera asesinar sea una criatura tan extraordinaria y refinada como Benet. Pero que te deje libre seguramente es peor. Siempre estará al acecho. Si algo sabe Benet, perfectamente, es que dejar inconcluso un jaque mate en ajedrez, es un inmenso error.
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