Figura emblemática de la canción en catalán

Cincuenta y cuatro años después

Raimon puso fin en el Palau a su carrera con 'Al vent', la misma pieza con la que empezó en 1963

JOAN TAPIA

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El pasado 28 de mayo, en su recital de despedida en el Palau de la Música, uno de los escenarios en los que más ha actuado, Raimon dijo que acababa como empezó su carrera. Con 'Al vent'.

Tengo un recuerdo borroso de cuando escuché el microsurco de 1963 por primera vez. Creo que fue una tarde, de un septiembre, en una Barcelona con mucho calor. Pero aquella voz desconocida, fuerte, que encaraba sin miedo y con convicción «'al vent del món'», me impresionó. Al igual que 44 años después, la otra noche en el Palau. La misma voz de Raimon, pero algo más sabia y potente,  En un mundo muy distinto al de los primeros 60, cuando Raimon Pelegero llegó a una Valencia casi muda para estudiar historia.

Ahora el catalán está normalizado, vivimos en un régimen de libertades y el bienestar social es mucho mayor. Pero muchas esperanzas han abortado. Grandes utopías se esfumaron a fines del pasado siglo y la normalidad democrática –¡bendita sea!– conlleva sinsabores. Toda una generación ha vivido triunfos, que parecían imposibles, y decepciones, todavía más insospechadas, pero Raimon ha seguido «'els ulls al vent'», con determinación y optimismo, no exento de cautela. Quizá porque no es un intelectual de la clase media acomodada sino un hombre del carrer Blanc de Xàtiva que sabe el precio de las cosas. Dos canciones alejadas en el tiempo como 'La cançó de la mare' y 'Punxa del temps', en la que evoca festivamente cómo cantaba con su madre 'La Internacional' («Arriba los de la cuchara… abajo los del tenedor»), lo atestiguan.

HABLAR PARA 'ENTESOS'

Escuché a Raimon durante años, lo admiré, estuve de acuerdo muchas veces –otras no– con lo que la censura no le impedía gritar (a veces sí) pero le forzaba a hablar para «'entesos'». Le conocí 20 años después gracias a un amigo común, Toni Batista, que ha publicado un libro imprescindible ('Raimon. Paraula i cant', editorial Bromera). Y hay dos rasgos de Raimon a destacar. Su compromiso, a prueba de bomba, con la lengua catalana y las libertades y, al mismo tiempo, su realismo e independencia que le hicieron, a partir de cierto momento (¿1977?), no sucumbir a las presiones –que debieron ser muchas– de convertirse en un hombre público 'encuadrado'.

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Así emprendió nuevos caminos en su vocación de cantante, poeta y músico. Raimon dejó de actuar solo con su guitarra para hacerlo acompañado –quizá antes las contingencias políticas no se lo permitían– por un contrabajo o una pequeña orquesta. Y, sin olvidar sus orígenes, enriqueció su repertorio. Del 'Diguem no' y el 'T’he conegut sempre igual', dedicado a Gregorio López Raimundo, secretario general del clandestino PSUC, o el 'Jo vinc d’un silenci' (antic i molt llarg), estrenado en el famoso concierto del Palau d’Esports de 1975, ha pasado a canciones menos épicas y más personales en las que reflexiona. Es el Raimon de 'He passejat per València, sol' en el que recuerda calles y hombres ya desaparecidos que fueron amigos y referentes: Joan Fuster, Vicent Ventura, Andreu Alfaro, Estellés... O el de 'Passen el anys i nosaltres amb ells', o el de 'Mentre s¿acosta la nit' ('amb més records que projectes, amb més pasat que futur'…). Sin olvidar las canciones de amor –siempre presentes– como 'Com un puny', dedicada a su esposa, Analisa Corti.

GRAN CANTANTE Y POETA LIBRE

Raimon, que fue independiente hasta de El Setze Jutges (su primer concierto en Barcelona lo organizó Josep Maria Espinàs en una sala de los jesuitas), es un hombre que se autodetermina. Por eso a veces no ha sido entendido por los que gustan pensar en rebaño, un vicio más persistente que el tabaco. Así decidió (no sin dudar) cantar 'Se’n va anar' en el Festival de la Canción Mediterranea, o en Madrid en un acto de recuerdo a Miguel Ángel Blanco, lo que le valió críticas aquí y pitidos allí por cantar en catalán.

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En Valencia, Catalunya y España, Raimon seguirá siendo siempre (suponiendo que siempre exista) un referente, aunque ahora, a los 76 años y en plenitud de forma, haya decidido retirarse. Ha sido un gran cantante y un poeta libre. Sin miedo a disentir. Hace poco lamentaba que ni el presidente ni el vicepresidente de Catalunya –tampoco los de España– hubieran tenido tiempo de asistir a alguno de sus 12e últimos conciertos. Tener criterio propio se interpreta a veces como una nada apreciada indisciplina. Pero sí le han acompañado sus muchos y diversos seguidores, algunos con 'estelada' y otros sin. Y hay que aplaudir la presencia el último día del 'conseller' de Cultura, Santi Vila, y del 'president' de la Generalitat valenciana, Ximo Puig.