IDEAS

El secreto de 'La naranja mecánica'

zentauroepp22430893 television pelicula la naranja mecanica170621155259

zentauroepp22430893 television pelicula la naranja mecanica170621155259 / periodico

MIQUI OTERO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Que un idioma es una forma de ver el mundo lo sabía George Orwell y lo sabe Cañita Brava. También Anthony Burgess, autor de 'La naranja mecánica', de cuyo nacimiento se cumple un siglo.

A finales de los 50 había visto por la calle a 'teddy boys', adolescentes que lloraban el esplendor del Imperio Británico. Burgess, fascinado también por mods y rockers, reprodujo el temor que estas bandas juveniles inspiraban en los adultos en una novela publicada en 1962 protagonizada por una pandilla uniformada y ultraviolenta.

La ambientó en un futuro cercano y cuando quiso atrapar ese espíritu adolescente decidió inventar un idioma, el 'nadsat' ('teen', en ruso), con palabras de raíces eslavas, voces gitanas y rimas 'cockney'. Explica en sus fascinantes memorias 'Ya viviste lo tuyo' (Grijalbo): "No tenía sentido escribir el libro en una jerga de los 60 que ya olería a desván cuando llegara a imprenta". Así, los colegas son 'drugos', los policías son 'militsos' y los pitillos son 'cancrillos'. Esta semana se ha encontrado en el archivo de Burgess un proyecto de diccionario 'nadsat'.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Nada produce m\u00e1s temor","text":"\u00a0que un lenguaje encriptado, y por eso la novela de Burgess es un rito inici\u00e1tico para cualquier adolescente inquieto"}}

No hay nada que produzca más temor que un lenguaje encriptado y por eso 'La naranja mecánica' es un rito iniciático para cualquier adolescente inquieto. Yo alquilé la adaptación de Kubrick acompañado de un amigo y conteniendo la respiración. Entramos en el ascensor con tez azul pitufo y sosteniendo ese VHS como si fuera un lingote de uranio enriquecido, cuando una mujer madura (unos 26 años de las antiguas pesetas) nos dijo: "Si la veis no podréis dormir, pequeñines". La vecina de pelo 'garçon', que celebraba orgías en el piso contiguo (esa es otra historia), había reconocido el código (y a un par de pardillos).

Que los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo lo sabía Wittgenstein y lo sabía Cruyff, líder de aquella Naranja Mecánica holandesa, con su lenguaje cubista de "y ahora disfrútatelo" con tu "gallina de piel". La expresión se ha llegado a aplicar a Ciutadans, un partido que difícilmente conoce la importancia de un idioma. El mito se pervierte por arriba, pero se guarda como una llama por abajo, donde los adolescentes abren este libro y descubren lenguajes cifrados y crean el suyo.