ANÁLISIS
Macron: ¿Un Charles de Gaulle posmoderno?
Salvador Martí Puig
Catedrático de Ciencia Política de la Universitat de Girona
SALVADOR MARTÍ PUIG
Más allá de la magnitud de la mayoría legislativa conseguida por Emmanuel Macron en las últimas elecciones, es posible imaginar que el nuevo presidente de la República francesa está replicando la hazaña del general Charles de Gaulle casi 60 años después de la fundación de la V República.
De Gaulle, fue el encargado de desmantelar la IV República –que era un régimen parlamentario bloqueado por peleas partitocráticas y graves conflictos coloniales- y de construir una nueva República (la quinta) a su medida y antojo. Así en el año 1958 nació la V República, cuyo origen no fue una Asamblea Constituyente sino un consejo de notables tutelado por el mismo general.
La Constitución de 1958 diseñó una Presidencia de la República no-partidaria (inicialmente sin elección directa), con un amplio abanico de poderes, con capacidad de elegir al primer ministro y con una gran incidencia en el ámbito legislativo y judicial; a la vez que se creó una Asamblea Nacional débil y con períodos de sesiones muy breves.
Pero la gran maniobra De Gaulle no fue solo crear una Constitución a su medida, si no la instauración de un sistema electoral mayoritario a dos vueltas (también llamado 'ballotage') con distritos uninominales para la elección de los diputados. Esta elección no fue fruto del azar, sino que obedeció a los cálculos del general que quería crear una formación política afín a su persona (los 'gaullistes'), que se situara ideológicamente en el centro y quebrara la dinámica de competición entre la derecha y la izquierda existente durante la IV República, desplazando a los opositores hacia los extremos y, en consecuencia, ganando una amplia mayoría de escaños en la 2ª vuelta sin necesidad de conseguir una mayoría de los votos.
CAMBIO DE RÉGIMEN
Cuando se creó la V República, en el año 1958, muchos políticos, sobre todo desde la izquierda, acusaron a De Gaulle de haber dado un “golpe de timón” con el fin de instaurar una 'democradura'; pero él respondió diciendo que era necesario realizar un cambio de régimen para neutralizar el bloqueo partidista, y pidió a los ciudadanos grandes mayorías y estabilidad para poder llevar a cabo las reformas necesarias para modernizar Francia y para terminar con las guerras coloniales.
Hoy, casi 60 años más tarde, Macron ocupa la Presidencia de la República francesa y acaba de obtener una amplia mayoría en la Asamblea Nacional, fracturando los dos partidos hasta ahora hegemónicos, a la vez que ha disminuido el potencial de oposición de los extremos. Así las cosas, Macron aparece como un De Gaulle posmoderno que ha sacado muy buen partido de todos los instrumentos creados por el General el año 1958, a la vez que también ha apelado a la necesidad de hacer reformas, olvidar las ideologías y enfrentar los retos que exige un mundo globalizado.
Lo que aún no sabemos es si Macron es un caudillo estéril fruto de una ola de hartazgo popular, o si el nuevo presidente es un líder que aprovechará el poder hiper-presidencial que le otorga la Constitución de 1958 para hacer lo mismo que hizo De Gaulle hace 60 años: desmontar un régimen para construir otro nuevo a su medida.
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