Un aniversario destacable

Sesquicentenario

Aigües de Barcelona alcanza el siglo y medio de existencia extendida por todo el mundo

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AGBAR / periodico

RAMON FOLCH

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El 19 de junio de 1867 se constituyó, en la ciudad belga de Lieja, la Compagnie des Eaux de Barcelone. Contaba con las aportaciones del Crédit Général Liégeois, de la Compagnie Générale des Conduites d'Eau y de otros capitales belgas y franceses. El vigor de la burguesía industrial europea iba en auge, estimulada por la gran expansión que vivía la actividad socioeconómica. Barcelona acababa de dotarse de un nuevo plan de reforma y ensanche, el famoso Plan Cerdà, aprobado en 1859, que representaba una oportunidad de negocio para las nuevas empresas de servicios. El tiempo demostraría que, más aún que el negocio, fue el servicio el norte de la nueva compañía.

En 1882, el mismo Crédit Général Liégeois y la Société Lyonnaise des Eaux crearon en París una nueva sociedad, a la que se incorporó la Compagnie des Eaux de Barcelone: la Société Générale des Eaux de Barcelone, cuya sede social se trasladó a Barcelona en 1919. Un año después, varios bancos catalanes y españoles adquirieron la compañía, que se convirtió en la Sociedad General de Aguas de Barcelona, que ha ido cambiando de manos. Actualmente es propiedad de la multinacional francesa Suez Environnement (cuyo segundo accionista es Criteria Caixa).

CICLO INTEGRAL DEL AGUA

Con el tiempo, la Sociedad General de Aguas de Barcelona, conocida durante años como Agbar, se convirtió en un grupo multinacional integrado por 128 empresas de todo el mundo, cuya matriz siempre ha sido aquella primera Aguas de Barcelona que recibió del ayuntamiento barcelonés el encargo de abastecer al Eixample y la ciudad en general. En el 2013, la fusión de activos de la antigua Aguas de Barcelona con los servicios de saneamiento metropolitanos dio lugar a la nueva Aigües de Barcelona, Empresa Metropolitana de Gestió del Cicle Integral de l'Aigua, compañía mixta público-privada.

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De esta azarosa historia empresarial sobresalen dos hechos significativos. En primer lugar, que la compañía acaba de cumplir 150 años; en segundo, que tiene el compromiso legal de ocuparse del ciclo integral del agua en el área de Barcelona. La historia sesquicentenaria no es un tema menor en los tiempos que corren, en que lo efímero parece presidirlo todo. Han sido 150 años de vaivenes accionariales, pero de continuidad técnica. En efecto, la compañía ha mantenido su carácter de empresa técnica catalana, con sagas familiares de trabajadores y técnicos que han exhibido siempre un gran rigor tecnocientífico y una clara voluntad de servicio público, hasta el punto de que, colectivizada, garantizó el suministro normal durante toda la guerra civil. Hoy día, la compañía es un referente mundial en gestión de recursos hídricos urbanos.

RECURSO ESCASO, NO ABUNDANTE

La cuestión del ciclo integral es también destacable. Que el abastecimiento de agua potable y el tratamiento de aguas residuales estén en una sola mano permite gestionar el ciclo de manera integral. De momento, la compañía presta ambos servicios a 3,5 millones de personas, pero aún no ha podido cerrar el ciclo: el agua depurada se vierte al mar, a razón de unos 10 metros cúbicos cada segundo... Eso no es, aún, gestionar el ciclo integral. El sesquicentenario sería una buena ocasión para avanzar en esta línea y, así, dejar de tratar como si fuera abundante un recurso que, en realidad, es bien escaso.

En todo caso, los propósitos higienistas del Plan Cerdà se han cumplido con creces en cuanto al abastecimiento de agua y al saneamiento. En el último cuarto del siglo XIX, Aguas de Barcelona emprendió un gran número de obras de captación y distribución de agua potable, tanto en la cuenca del Besòs como en la del Llobregat. Quizá la más significativa fue (1905) la estación de bombeo de los acuíferos del Llobregat, en Cornellà, aún en funcionamiento y museizada en sus partes ya obsoletas (Museu de les Aigües). Todo ello permitió dejar atrás aquella Barcelona sin agua corriente y de fuentes públicas escasas de la época de Cerdà, aquella Barcelona de pozos contaminados y recurrentes epidemias de cólera.

UN HECHO COTIDIANO PERO PRODIGIOSO

Yo aún recuerdo los depósitos de agua en las azoteas de Barcelona, cuando el abastecimiento era continuo pero escaso (un hilo de agua que llegaba sin parar). Entonces, pocos tenían agua corriente, predominaba el agua de depósito. Que ahora haya en todo momento agua potable corriente y a la presión correcta, sea en una planta baja de la Barceloneta o en un ático de la Bonanova, es un hecho prodigioso que nos parece banal a fuer de cotidiano. Nos falta cerrar el ciclo. En todo caso, ¡feliz sesquicentenario, Aigües de Barcelona!