Contra las sombras del pasado

El PDECat está obligado a cortar de raíz con lo que tenga que ver con el lado menos edificante de CDC

El 'conseller' de Justicia, Germá Gordó, en el Parlament

El 'conseller' de Justicia, Germá Gordó, en el Parlament / periodico

MARÇAL SINTES

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En un corto periodo de tiempo, la joven cúpula del PDECat, sobre la que, por otra parte, gravita inevitablemente el corrosivo escandalo de la familia Pujol, ha tenido que encarar dos situaciones a la vez embarazosas y delicadas. Ambas conectadas con la corrupción. La primera tuvo como epicentro el Palau de la Música. Su consorcio, gracias a los votos del Gobierno de la Generalitat y a la ausencia de la representación del ministerio, acordó no personarse como acusación contra Convergència Democràtica. Sorprendida por lo ocurrido, Marta Pascal, la líder del PDECat, forcejeó con fuerza hasta lograr que el PDECat cambiara su posición y se situara en la abstención, tanto en el Parlament como en la siguiente reunión del consorcio que rige el Palau.

Vale la pena consignar aquí que el combate contra toda sospecha de corrupción está agravando la tensión entre los que, como Pascal o su lugarteniente David Bonvehí, lo han apostado todo a un proyecto nuevo y libre de hipotecas y los dirigentes de la última etapa de Convergència, la vieja guardia, con Artur Mas al frente. La joven cúpula del PDECat solo logrará asentarse y consolidar su autoridad si es capaz de imponerse en este terreno.

La corrupción, de momento solo supuesta, volvió a cruzarse la semana pasada en el camino del PDECat, cuando el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya ( TSJC) decidía achacar a Germà Gordó, antiguo responsable de las finanzas de CDC, diversos delitos vinculados al llamado ‘caso 3%’.

De primeras, el PDECat aceptó que Gordó, exmano derecha de Mas, se limitara a abandonar la comisión de Justícia del Parlament, que él presidía. Sin embargo, Pascal, atendiendo a su criterio y a la irritación de otras personalidades del partido, decidió presionar en público y en privado a Gordó para que, además, abandonara el Parlament. Gordó, finalmente, deja el PDECat pero mantiene el acta de diputado, sin ocultar además su intención de seguir en política.

LA ESPOSA DE GORDÓ, EN EL CGPJ

Hay que recordar en este punto que Gordó compitió por el liderato del PDECat, aunque acabó abandonando ante la evidencia de que sus apoyos entre las bases eran a insuficientes. Él era el candidato preferido por los sectores contrarios al independentismo adoptado por CDC y luego por el PDECat. Esos mismos sectores soñaban con que se acabara convirtiendo en el próximo candidato a la Generalitat por el PDECat. Gordó, que ha reunido a su alrededor una plataforma llamada Nova Convergència, está casado con Roser Bach, vocal del Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PSOE.

Los jóvenes del PDECat, pero no solo ellos, tienen claro que deben atajar con dureza toda sombra de corrupción. No solo se trata de que el nuevo partido sea limpio, sino de que no quede manchado por casos del pasado. Es una convicción, pero también una cuestión de vida o muerte. El PDECat no es viable de otro modo. Ello obliga a cortar de raíz con todo lo que tenga que ver con el lado menos edificante de Convergència, por muy humanamente duro, injusto incluso, que esto pueda ser o parecer.