Comparación impropia

No citemos al dalái lama en vano

Ni la impunidad autoproclamada, ni los misales, ni los silogismos de doble moral convertirán nunca a Rajoy en Mao ni a ningún Pujol en dalái lama

LILIANA ARROYO

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El pasado martes al mediodía el dalái lama se convirtió en trending topic en Barcelona. Con curiosidad divertida me puse a indagar, y mi intriga se convirtió en ira cuando descubrí que el dalái lama era el daño colateral de una comparativa irrelevante. Quedaba reducido a un agente pasivo que lo dejaba a la altura de un expresident catalán que en estos momentos está siendo investigado.

El hijo pequeño, el artífice de la ecuación, tal vez despreció que su padre confesó 34 años de fraude fiscal. Al benjamín quizá le ha pasado por alto que no es que el dalái lama fuera desterrado por una supuesta conspiración contra su persona, sino que todo el Tíbet sufrió una invasión por parte de China con secuelas que todavía hoy perduran. Al séptimo hijo quizá nadie le ha explicado que el dalái lama no fue desterrado sino que huyó a Dharamsala (norte de la India) para proteger su vida. Y que no se fue solo: se fueron él, todos los ministros y todo aquel que pudo, después de meses de intensa revuelta y miles de muertos.

No está de más recordar que el dalái lama es un líder espiritual, jefe de uno de los linajes más importantes dentro del budismo tibetano. Y todavía otro detalle, para más inri, es que en el 2011 el propio dalái lama renunció a todos los cargos políticos y de representación que se le otorgaron. Dejó de ser jefe del Gobierno tibetano en el exilio para centrarse en practicar bien su camino espiritual y el de quienes le siguen. Vive exiliado aún hoy y fue Nobel de la Paz en 1989, referente de la defensa de los derechos humanos y proclamando la bondad y la generosidad como forma de vida.

Y es que comparar manzanas y peras, ya nos lo dicen de pequeños, no toca. Especialmente cuando la manzana está podrida y sabemos poco de la pera. Porque ni la impunidad autoproclamada, ni los misales, ni los silogismos de doble moral convertirán nunca a Rajoy en Mao ni a ninguno de los Pujol en dalái lama.