LOS RETOS DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR

Pacte Nacional d'Universitat, nos va el futuro en ello...

Catalunya ha perdido, en los últimos años, la oportunidad de hacer de la universidad catalana 'un elemento estratégico de futuro' que hubiera contribuido a salir de la crisis amortiguando sus efectos más nocivos

EDUARDO NÚÑEZ

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«Afirmo, señores, que las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista. Esto es de una evidencia tal que apenas me atrevo a someter a la asamblea el resultado del cálculo proporcional que he realizado [...] ¿Qué pensarían, señores, de un particular que, disfrutando de unos ingresos de 1.500 francos, dedicara cada año a su desarrollo intelectual [...] una suma muy modesta: 5 francos, y, un día de reforma, quisiera ahorrar a costa de su inteligencia seis céntimos?»

Víctor Hugo 

El pasado 16 de mayo, en el marco de la celebración del 25º aniversario del Sistema Universitari Català, el 'president'  Puigdemont anunció la voluntad del Govern de poner en marcha un Pacte Nacional d’Universitats. Es una declaración de intenciones que, aunque llega tarde, podemos saludar con cautela. Usando una metáfora maquiaveliana, en los últimos años, Catalunya no ha agarrado la ocasión por los pelos y, por consiguiente, ha perdido la oportunidad de hacer de la universidad catalana 'un elemento estratégico de futuro' que, a un tiempo, hubiera contribuido a salir de la crisis amortiguando sus efectos más nocivos.

Desgraciadamente, como decía el florentino, cuando la ocasión pasa, 'pasa'. Y es que, en este mismo contexto adverso, otros países han puesto de relieve que la financiación de la educación superior y la investigación es la mejor inversión para superar la crisis sin perder de vista dimensiones sociales que son imprescindibles en la consecución de sociedades más justas, más iguales y más libres. Hoy nadie cuestiona que la universidad es una instancia fundamental para el desarrollo económico, social y democrático de un país pero, a pesar de ello, desde el 2008, en Catalunya, como en el resto del Estado, venimos  padeciendo la tragedia de su deterioro impecable.

RESULTADOS DEVASTADORES

La austeridad financiera y las restricciones normativas en materia de personal han tenido resultados devastadores en nuestras universidades. En la actualidad, la precarización y el envejecimiento de las plantillas, tanto de personal docente e investigador como de personal de administración y servicios, ha alcanzado un punto insostenible que amenaza con dañar gravemente, y de manera irreversible, la calidad docente y los servicios universitarios. Incluso, hemos asistido al drama humano, insólito en nuestra historia reciente, de sufrir la emigración del mejor personal investigador joven, con la consecuente pérdida de talento que esto conlleva.

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Dada la situación del país en materia laboral, investigadora y académica, nada hace pensar que volverán. Desde el 2011, el Govern intentó paliar esta escasez financiera, y sus consecuencias, con el aumento del precio de las matrículas y de las tasas universitarias -hoy son las más caras de todo el Estado-, es decir, cargando dicha escasez, de manera cruel y injusta, sobre la espalda de los estudiantes. La consecuencia fue que, por primera vez desde los años 70, a partir del curso 2011-12, se observó una disminución de los estudiantes entre 18 y 24 años que, con toda seguridad, pertenecían a los sectores populares más vulnerables de Catalunya.

CONSECUENCIAS IMPREVISIBLES

La universidad catalana, en suma, ha llegado a una situación precaria de consecuencias imprevisibles que, haciendo abstracción de los ahorros presupuestarios que haya habido, en palabras de Víctor Hugo, será nociva desde todos los demás de puntos de vista. La universidad se ha precarizado y con ella sus funciones socioeconómicas y democráticas claves para el futuro del país. El Pacte Nacional d’Universitats, si el 'president' Puigdemont va más allá de una mera declaración de intenciones, puede ser una oportunidad que cabrá aprovechar de manera imperativa. Comissions Obreres de Catalunya diremos la nuestra en la negociación de dicho pacto defendiendo la necesidad de un 'compromiso estratégico' con un sistema universitario catalán público y de calidad que esté a la altura de este siglo.

A nuestro juicio, habrá que repensar algunos aspectos claves del sistema:

· Modelo de financiación: es necesario simplificar el modelo actual de financiación y establecer una 'financiación estable' que, como mínimo, nos sitúe en la media de los países de la OCDE y que, a la vez, cubra las necesidades presupuestarias del personal docente y de administración y servicios. El modelo de financiación, según nuestro criterio, debería huir de los patrones neoliberales de competitividad entre universidades por aquellos recursos que son imprescindibles para el buen funcionamiento de cada una de ellas.

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· Modelo de precios de matrículas y tasas: no se puede continuar cargando el déficit de financiación sobre los estudiantes. Es necesario, por consiguiente, no sólo mejorar el sistema de becas sino establecer, cuanto antes, un modelo de precios que dependa de los niveles de renta que avance, progresivamente, hacia un modelo de gratuidad. Es urgente que Catalunya deje de tender hacia modelos de matrículas de países como Estados Unidos o Gran Bretaña que imputan los costes del sistema en los estudiantes para acercarse a modelos como los de Austria, Bélgica o Noruega.

· Política de personal: es imprescindible alcanzar un compromiso que establezca un plan que, a tres años vista, sitúe las plantillas de personal docente y investigador y del personal de administración y servicios en los niveles anteriores a la crisis. Hay que poner fin, igualmente, a la precariedad estabilizando al personal temporal de todos los colectivos universitarios. Finalmente, hay que recuperar los derechos robados, el nivel adquisitivo perdido y volver a poner en marcha la carrera profesional y académica del personal. Una universidad en precario sólo podría contribuir de manera igualmente precaria al país.

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· Inversión en I+D+i y en transferencia de conocimiento: a corto plazo, es fundamental recuperar, como mínimo, los niveles de inversión en I+D+i anteriores a la crisis y mejorar los mecanismos de transferencia de conocimiento. Es imperioso crear las condiciones para que la universidad, desde su independencia, pueda jugar un papel clave en el reto de avanzar hacia un 'nuevo modelo productivo industrial' de alto valor añadido que, a la vez, contribuya a erradicar la precariedad laboral y social en Catalunya.

· Modelo de gobierno: hay que respetar la autonomía universitaria como pilar fundamental de su independencia, como garante del conocimiento y del pensamiento no sujetos a intereses particulares. El peor favor que podemos hacer a la universidad y al país es colonizar el espacio en que se crea y desarrolla la ciencia y pensamiento con criterios de mercado y con las ideologías gerenciales hoy dominantes. Por el contrario, es urgente profundizar en formas de gobierno democráticas huyendo de los mitos que contraponen democracia y eficacia. La democracia es garantía de corresponsabilidad, de rendición de cuentas y de transparencia.

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La universidad siempre revierte en la sociedad mucho más de lo que esta invierte en ella. El Govern no puede aplazar por más tiempo la responsabilidad que tiene en relación a la universidad catalana porque, esto, sería tanto como hacer dejación en relación a Catalunya y su futuro. Comissions Obreres de Catalunya creemos que vamos tarde, razón de más para ponernos cuanto antes, nos va el futuro en ello...