Adiós a Juan Goytisolo
Escritor de frontera
Se le ha de agradecer a Juan Goytisolo que su tarea de acercar el mundo árabe-musulmán al ojo español no pasara nunca por negar el conflicto
Najat El Hachmi
Escritora
NAJAT EL HACHMI
«Tengo ganas de volver, pero ¿adónde?» Es la pregunta que se hacía Trinidad, española casada con un marroquí que había conocido durante la guerra civil y que vivía desde entonces en Rabat, donde había tenido a todos sus hijos. Es uno de los abundantes testimonios que recoge el capítulo del programa 'Al-Qibla' titulado 'En la otra orilla'. En este episodio Juan Goytisolo reseguía los restos de la presencia colonial al otro lado del mar. Los documentales, grabados entre 1986 y 1990 y que ahora se pueden ver on line, son todavía de una gran vigencia.
En lengua amazig 'volver a casa' es el eufemismo más empleado para hacer referencia a la muerte. Lo que no sabemos es adónde vuelve quien, como el escritor nacido en Barcelona, es «exiliado de aquí y de allá», «castellano en Catalunya, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, nesraní en Marruecos y moro en todas partes». Da igual, lo que importa es recordar la incomodidad que le provocaban todas estas etiquetas, las identidades establecidas, que son un traje que no sienta bien a nadie, menos aún a quien quería conservar una visión crítica de las cosas.
SUMAR, SUMAR Y SUMAR
Conocí a Goytisolo en el 2004, me lo presentó Andreu Claret en el marco de un congreso sobre movimientos humanos. Venía de Holanda, donde había coincidido con otro escritor imposible de meter en un solo pasaporte, Abdelkader Benali. Goytisolo le había dado un consejo que me dio también a mí: sumar, sumar y sumar. O sea, que no renunciáramos nunca a ninguna de las tradiciones culturales de las que bebíamos, que aprovecháramos lo mejor de cada una de ellas.
Se le ha de agradecer a Juan Goytisolo que esta tarea suya de acercar el mundo árabe-musulmán al ojo español no pasara nunca por negar el conflicto, opción esta tan orientalizadora como el rechazo frontal. Por esto, entre otras cosas, lo declararon 'persona non grata' en El Ejido. Y entre los marroquís, lectores o no, es conocido por ser quien consiguió que se declarara la plaza Yamaa el-Fna de Marrakech patrimonio inmaterial de la humanidad.
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