El futuro de Europa

Por una asamblea constituyente europea

Hay que volver a impulsar y a actualizar la línea divisoria entre progresistas y reaccionarios del Manifiesto de Ventotene

Estudiantes polacos portan una bandera de la UE en una manifestación celebrada en mayo del 2005.

Estudiantes polacos portan una bandera de la UE en una manifestación celebrada en mayo del 2005. / AK AT**LON**

PIER VIRGILIO DASTOLI

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"La línea divisoria entre los partidos progresistas y los reaccionarios –escribían en Ventotene Altiero Spinelli y Ernesto Rossi en 1941– ya no recae ahora sobre la línea formal de una mayor o menor democracia, de la institución de un mayor o menor socialismo, sino sobre una nueva línea sustancial que separa a los que conciben, como el propósito esencial de la lucha, la conquista del poder político nacional y los que consideran, como tarea central, la creación de un sólido Estado internacional, dirigiendo hacia ese objetivo a las fuerzas populares e, incluso, conquistando el poder nacional, que usarán ante todo como instrumento para lograr la unidad internacional". (El Manifiesto de Ventotene, traducción de Marcello Belotti, Ediciones La Lluvia).

Como explica Norberto Bobbio en su ensayo El federalismo en el debate político y cultural de la Resistencia, la acción de los federalistas tenía en el punto de mira tanto la soberanía absoluta como el Estado-nación; la primera surge antes, e independientemente, de los estados nacionales, dado que –desde la Revolución francesa hasta la primera guerra mundial– la formación de los nuevos estados tiende a la creación de un sistema internacional fundado no en el equilibrio y en la autonomía sino en la interdependencia y en las nuevas ideologías (católicos, liberales y socialistas), que nacen en el siglo XIX y se desarrollan en una dimensión transnacional: universalista, cosmopolita e internacionalista.

EL PAPEL REFERENCIAL DEL FEDERALISMO

Estado-nación y soberanía absoluta se han compenetrado con la llegada del nazi-fascismo, y por esta razón el federalismo europeo es parte integrante y esencial de la Resistencia en Italia, Alemania y Francia. Asimismo, fue un referente muy importante en la lucha por la democracia en España, Portugal y Grecia.

La que hoy en día se llama 'la edad de la incertidumbre' nace, sobre todo, del enfrentamiento entre soberanías absolutas y entre estados-nación: la nueva política de la Administración de Trump, el reto histórico de los flujos migratorios, el terrorismo radicalizado por el fundamentalismo islámico, la parálisis en la crisis siria, el brexit, la inestabilidad política, democrática y económica en los países que formaban parte del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y no solo en ellos (Egipto, Turquía, Venezuela…).

La edad de la incertidumbre ha puesto en riesgo la integridad de la Unión Europea, ya que hasta ahora en su sistema ha primado la dimensión confederal y porque –ante su incapacidad de reaccionar a la incertidumbre– muchos han considerado que la solución se podría encontrar dentro de los muros (virtuales o materiales) de los estados-nación.

BIEN COMÚN PARA EL PROGRESO SIN DISCRIMINACIONES

Como la solución no está ahí, tenemos que volver a impulsar y a actualizar la línea divisoria entre progresistas y reaccionarios del Manifiesto de Ventotene.

Tenemos que explicar que el déficit de democracia no está solo en el grado más o menos alto de legitimidad democrática de las instituciones que nos gobiernan, sino en la capacidad de las instituciones de garantizar bienes comunes que permitan alcanzar el progreso sin discriminaciones, el desarrollo socialmente sostenible, la solidaridad, la libertad y la justicia.

Para nosotros es evidente que el paso de la incertidumbre a la certeza estaría garantizado en algunos casos por el federalismo interno –con especial referencia al carácter redistributivo de las políticas fiscales–, pero en muchos casos por el federalismo europeo: la gestión de flujos migratorios; un modelo del Estado del bienestar europeo; la lucha contra el terrorismo y el crimen transnacional; la seguridad exterior y las políticas de cooperación con los países vecinos del Mediterráneo, y que solo el federalismo europeo puede crear un marco constitucional que permita el desarrollo cooperativo y no conflictivo del federalismo interno.

TRANSICIÓN CON UN GRUPO RESTRINGIDO DE PAÍSES

Para alcanzar dicho resultado hay que crear un proceso constituyente europeo –fundado en los tres elementos esenciales de la democracia: participación, proximidad y representación– que tenga como objetivo temporal las elecciones europeas de la primavera del 2019. El paso de la Unión a la Federación Europea muy probablemente exigirá un periodo de transición con un grupo de países más restringido que el de los 27, con la previsión de la elección de una asamblea constituyente entre países de ese grupo el mismo día de la renovación del Parlamento Europeo.