Análisis

¡Más difícil todavía!

La retirada de EEUU puede ser funesta en la lucha contra el cambio climático

Chimenea en la central térmica de Merrimack, en Bow (Nuevo Hampshire, Estados Unidos).

Chimenea en la central térmica de Merrimack, en Bow (Nuevo Hampshire, Estados Unidos). / periodico

MARIANO MARZO

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Los peores temores sobre la retirada de EEUU de los Acuerdos de París para combatir el cambio climático se han visto confirmados. Ante ello, los más optimistas pueden argumentar que, pese a esta decisión, una amplia mayoría de países –con China y la UE a la cabeza– están ya firmemente comprometidos con la descarbonización de su mix energético y de su economía, de modo que el impulso alcanzado hace muy improbable cualquier retroceso o cambio de rumbo significativo a escala global.  Sin embargo, la realidad es que los efectos de la retirada del segundo emisor mundial de gases de efecto invernadero del pacto de París pueden resultar funestos para la lucha contra el calentamiento global. Básicamente, porque esos acuerdos tan solo representan un compromiso de mínimos.

UN DESAFÍO DESCOMUNAL

En relación con las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la energía, conviene no olvidar que la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el organismo asesor en materia energética de los países industrializados de la OCDE, considera que aunque los Acuerdos de París constituyen un importante paso adelante, alcanzar las metas climáticas que el planeta realmente necesita constituye un descomunal desafío que demanda una aceleración mucho más radical del ritmo de descarbonización y de mejora de la eficiencia del modelo energético actual.

Así, en su último informe de referencia (World Energy Outlook 2016) la AIE constata que la aplicación a rajatabla de los compromisos internacionales adquiridos en París tan solo ralentizaría el aumento proyectado de las emisiones de dióxido de carbono. Estas evolucionarían a la baja, desde un promedio de 650 millones de toneladas anuales en el año 2000 a alrededor de 150 millones de toneladas anuales en el 2040, un logro significativo pero que todavía quedaría muy lejos de ser suficiente, ya que solo limitaría el aumento de las temperaturas medias globales a 2,7 grados centígrados en el año 2100, muy por encima del objetivo perseguido de no superar dos grados.

ECONOMÍA DE SUMA CERO

Según la AIE, este último objetivo todavía podría lograrse si se implementasen políticas mucho más agresivas que las adoptadas en París, con el fin de acelerar el despliegue de tecnologías bajas en emisiones de carbono y de mejora de la eficiencia energética en todos los sectores. A título de ejemplo, y para que el lector se haga una idea de la magnitud del esfuerzo necesario, la AIE estima que en el 2040 el número de vehículos eléctricos en las carreteras y ciudades del mundo debería superar los 700 millones frente a los 1,3 millones actuales y los 150 millones que se derivarían de la aplicación de los Acuerdos de París. Por otra parte, para la AIE el objetivo de dos grados de aumento de la temperatura exigiría que las emisiones de carbono emprendieran un camino descendente que hacia finales de siglo nos llevase a una nueva economía de suma cero en esas emisiones (carbón neutral).

Desgraciadamente, sin el compromiso de la Administración de Trump la lucha contra el cambio climático entra en el más difícil todavía.