OPINIÓN

El entrenador perfecto

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SONIA GELMÀ

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Siempre fue Valverde. Nos aseguraron que primero definirían el perfil y luego le pondrían nombre, como si hubiera algún nombre capaz de encajar con el retrato robot que exige el Barça.

Valverde es el técnico ideal por aproximación, por ser lo más cercano a lo que busca y necesita el club. Pero el listón se sitúa muy arriba, casi inalcanzable. Tan alto que el simple intento resulta insostenible en el tiempo para los inquilinos de ese banquillo. Valverde ya sabe que el desgaste pasará factura a su físico, como lo hizo en sus predecesores. Él, que presume, y con razón, de aparentar una década menos de los 53 años que tiene.

LA PERFECCIÓN

De Valverde se espera que consiga que el equipo sea protagonista, que sea fiel al estilo azulgrana, que juegue bien, que divierta y que gane. También queremos que sepa gestionar egos, que cuente con la cantera, que sea educado ante los medios de comunicación y que -ya que a su presidente se le oye poco y, aún así, más de lo que sus asesores querrían- actúe de portavoz del club. Incluso le pediremos que tenga ese punto de suerte, esa fortuna que también necesitan los éxitos. Lo queremos todo porque sabemos que existe, lo hemos visto y no estamos dispuestos a bajar el nivel. Queremos la perfección.

Si quiere saber donde está el listón, que mire hacia Luis Enrique. Con 9 de 13 títulos bajo el brazo, le regateamos cierto crédito. Porque no pulió sus defectos, porque matizó la esencia y porque cedió a la tentación: vislumbró que el éxito pasaba por entregarse al tridente. Por ahí encontró su gloria y su talón de Aquiles. El tridente como legado, en lo bueno y en lo malo. Le tocará resolverlo a Valverde.

Los que le conocen elogian su pragmatismo, una virtud que a priori provoca reticencia entre los más preocupados por el estilo. Pero no parece que haya nada más práctico para triunfar en el Barça que conseguir que el juego enamore a sus aficionados. Tiene ante sí un reto inmenso, solo al alcance de un entrenador perfecto. Pero lo quería así, difícil. Bienvenido.