¡Gracias a ti!

Justamente en su final es cuando Raimon es mejor. Más profundo, más preciso, más agradecido

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hacía mucho que no escuchaba a Raimon. De hecho, la última vez fue en una facultad de Letras, la de Girona, en un congreso sobre Ausiàs March. Como quien dice, a puerta cerrada, un pequeño recital –casi una ponencia– para los asistentes al congreso y para alguno más que tuvo el privilegio de ver cómo hervía el mar desde una primera fila muy cercana al cantante. Esta vez no he estado tan cerca, en el <strong>Palau de la Música</strong>, pero la emoción ha sido similar, tal vez superior en determinados momentos: la suite de canciones de amor, el acopio de versiones de poetas medievales, el estallido combativo, un 'Et recorde,  Amanda' sentimental y con coraje, las letras de Espriu. Todos los colores de la tierra y del agua son suaves en esta hora incierta y me hablan de ti.

Hace unos años, recordó que 'Diguem no' no era necesariamente un himno combativo sino la reacción del cantante ante un texto de Camus, el hombre rebelde. No sé por qué pensé en ello cuando, al final de su último concierto, sin ninguna concesión a la galería, ninguna, sin estridencias ni excesos, Raimon agradeció la presencia del público, de todos los públicos de sus más de 50 años de carrera, con estas palabras: «Gracias por haberme hecho»

Su voz, siempre potente y sobria (también de cantante melódico napolitano, no lo olvidemos) se ha modulado hasta un nivel de excelencia altísimo. Justamente en su final es cuando Raimon es mejor. Más profundo, más preciso, más agradecido.