Macron, primer acto de un presidente jupiteriano

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RAQUEL MONTES

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El fulgurante nuevo presidente Emmanuel Macron ha vivido, durante los últimos días, su puesta de largo internacional. A la cumbre de la OTAN (25 de mayo) y del G7 (26 y 27 de mayo), se sucede la visita del presidente ruso, Vladimir Putin, recibido este lunes en el palacio de Versalles. Más allá de la cuestión puramente protocolaria de los encuentros, particularmente de los dos primeros, la agenda internacional de los últimos días es de gran importancia para el nuevo presidente a nivel interno y constituye, en ciertos aspectos, una ventana de oportunidad a nivel internacional.

Marcado por un su perfil técnico, su juventud y por no haber ejercido antes un cargo electo, la política exterior y de defensa son, sin duda, las áreas más débiles del nuevo presidente. Inmerso en una campaña por recuperar la solemnidad de la presidencia, desvirtuada durante por las últimas legislaturas de Nicolas Sarkozy y François Hollande, este presidente que se quiere a sí mismo jupiteriano (en referencia a Jupiter, el padre de todos los dioses) tiene en la política exterior una oportunidad de oro para reforzar su punto talón de Aquiles.

Imagen de solidez

Así, tras asumir el cargo, su primer viaje fuera de Europa fue a Mali, con el objetivo de visitar a las fuerzas francesas desplegadas en el Sahel, en el marco de la lucha contra el terrorismo. El encuentro con los líderes mundiales de los últimos días y, especialmente, con el otro gran recién llegado, Donald Trump, ha permitido al nuevo presidente continuar forjando una imagen de jefe de Estado sólido, de cara a una opinión pública francesa con la que todavía mantiene un proceso de seducción para que le otorgue una mayoría parlamentaria que le permita gobernar (las elecciones legislativas tendrán lugar el 11 y el 18 de junio).

Por otra parte, en un clima internacional enrarecido por las salidas de tono de Donald Trump y con Angela Merkel inmensa en plena campaña electoral, Emmanuel Macron ha podido mostrarse como un actor sereno y conciliador. Frente a una cancillera alemana que no ha dudado en mostrar públicamente su escepticismo con respecto a los aliados de Europa - en clara referencia a Estados Unidos-, el presidente francés, que calificó su encuentro con Trump como pragmático y cordial, sostuvo que había encontrado al presidente de EEUU “abierto”.

Este ha sido un claro intento por abrir vías de comunicación en varios asuntos de importancia global, pero de intereses particulares: la lucha contra el terrorismo, aumento de los presupuestos de defensa o el comercio internacional. Si la llegada de  Macron al Eliseo debía suponer una reactivación del eje franco-alemán, por el momento ya comenzamos a asistir al clásico reparto de roles, que tan útil puede ser para Europa.

En esta misma línea se puede entender la visita de Putin, con la que ambos líderes han tenidon una oportunidad para medirse y retomar un diálogo seriamente perjudicado durante la presidencia de Hollande. A partir de ahora, le quedará solo lo más difícil: saber estar a la altura de las esperanzas que ha despertado.