Editorial

Lucha por el poder en el PSOE

En las primarias se enfrentan dos proyectos personales, los de Sánchez y Díaz, con pocas diferencias ideológicas

Díaz, López y Sánchez

Díaz, López y Sánchez / vls

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Casi 188.000 militantes del PSOE tienen mañana la oportunidad de elegir a su secretario o secretaria general por segunda vez en la historia. A la elección se presentan dos candidatos principales y un 'outsider', Patxi López, quien, sin embargo, ha ganado puntos tras su buena prestación en el debate del lunes. Pero la elección está tan polarizada entre la presidenta andaluza, Susana Díaz, y el anterior secretario general, Pedro Sánchez, que los partidarios del 'exlendakari' solo tendrán la oportunidad de inclinar la balanza hacia uno u otro lado.

Después de la multitudinaria y aparatosa presentación de su candidatura en Madrid, rodeada de todos los exdirigentes socialistas y de casi todos los barones del partido, parecía que el triunfo de Díaz estaba cantado. Sin embargo, Sánchez ha demostrado, con la consecución de apenas 6.000 avales menos que su rival, que es un candidato duro de pelar y que ha sabido capitalizar su derrocamiento por las bravas en el comité federal de octubre. Por lo tanto, todo puede pasar.

En realidad, se enfrentan dos proyectos personales en una lucha por el poder con pocas diferencias ideológicas, entre otras razones porque la ponencia marco del congreso de junio está ya redactada –por dos partidarios de Díaz, por cierto– y, aunque se pueden introducir enmiendas, nunca será un proyecto de nuevo cuño. Sánchez reprocha a Díaz ser la candidata de los notables y del PSOE del pasado, mientras que la presidenta andaluza acusa a su rival de no ofrecer un proyecto coherente y de dar bandazos.

El principal problema de Sánchez es su falta de credibilidad a ojos de buena parte del partido, aunque su oferta parezca más adecuada a la situación política del final del bipartidismo y sus propuestas de alianzas (con Podemos, de probada dificultad) puedan facilitar la derrota del PP. Ante ello, Díaz reivindica un PSOE ganador frente al derrotado por dos veces bajo el liderazgo de Sánchez, pero su condición de figura capaz de vencer al PP está por demostrar y su descenso en votos en Andalucía no ayuda a creer sus afirmaciones.

Pese a las promesas de que el ganador o ganadora contará con sus rivales, no parece que el PSOE vaya a salir fortalecido. Gane quien gane, la diferencia será mínima y el partido puede quedar más dividido de lo que ya está. Una mala noticia para la izquierda y para la salud de la democracia española.