La crisis humanitaria de los refugiados

La solidaridad no es querer hacerlo, sino hacerlo

Estamos muy lejos de acoger las personas que nuestros gobiernos se han comprometido a facilitar la llegada. A facilitarles rehacer su vida

RUBEN WAGENSBERG

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Para muchos, el 9 de mayo es una fecha clavada: tal día del 2016 algunas personas nos conocimos pisando por primera vez los campos de refugiados de Grecia.

Estaba Xavi Rosiñol, haciendo la retransmisión en directo de un excelente programa especial de 'La Tribu de Catalunya Ràdio' acompañado por los queridos Txarango. También estaban Toni Borrell y Anna Palou, representantes de Stop Mare Mortum, trabajando en el proyecto jurídico de la entidad. Paulí Subirà y Carles Prats de TV3, que estaban rodando el premiado documental 'My Friend'. Y Lara Costafreda, que había organizado un grupo de personas para ir a hacer talleres de pintura con los niños y las niñas que esperaban delante del muro y las concertinas que separan Grecia y Macedonia, una apertura de fronteras que todavía no ha llegado. Ese 9 de mayo, casualidades o no, Día de Europa, sin saberlo nació 'Casa nostra, casa vostra'.

CIUDADANOS MOVILIZADOS

Durante este año, aquí han pasado muchas cosas: entre todos los que nos conocimos allí, y junto al trabajo y el apoyo de miles de personas, entidades y medios, hemos sabido trasladar a la sociedad catalana la situación que viven tantas personas esperando a las puertas de Europa.esperando a las puertas de Europa Y la ciudadanía se ha movilizado. Se han sumado miles de voluntarios y voluntarias. Se han convocado cientos de actos en todo el territorio y hemos recogido cientos de miles de firmas que hemos entregado a las autoridades políticas.

Hemos ocupado los principales espacios en los medios de comunicación, destacando la programación especial de Televisió de Catalunya (que por cierto, la semana pasada ganó el premio Radio Associació de Catalunya por la cobertura realizada durante la campaña) o la cobertura de La Sexta en toda España. Hemos llenado el Palau Sant JordiPalau Sant Jordi, hemos hecho mosaicos en el Camp Nou, hemos ido colegio por colegio, 'casals' y centros sociales. Son cientos de ayuntamientos los que se han adherido a la campaña. Puntos informativos, conferencias, teatros, conciertos y una manifestación que ha resultado ser la más grande del mundo en favor de la acogida de personas refugiadas con medio millón de personas en la calle, delante del mar. Donde sea necesario.

Durante estos meses, es mucha la gente que se ha sumado a la reivindicación. Algunos, hasta nos han acompañado a Grecia. Como el amigo Jordi Cuixart, infatigable de las luchas compartidas. O Alberto Guijarro, que sin su ayuda el espectáculo del Palau Sant Jordi hubiera sido imposible. Y La Fura dels Baus. Y David Fernández. Y Jordi Évole. Y Mónica Terribas. Y la gran Marina Rossell. Y miles de anónimos y conocidos por todos con los que podríamos llenar todas las páginas del periódico. Nuestra sociedad nunca podrá decir que no lo intentó por todos medios que tiene a su abasto.

CADENA DE EXCUSAS

En cambio, quien no podrá decir lo mismo son nuestros políticos. Cuando esta movilización ciudadana sin precedentes por los derechos de los migrantes ha traspasado a la esfera política, ha empezado la clásica cadena de excusas que ha llevado al hecho que hoy por hoy, todavía, estemos muy lejos de acoger las personas que nuestros gobiernos se han comprometido a facilitar la llegada. A facilitarles rehacer su vida.

A pesar de la excepcional movilización, el Estado español solamente ha reubicado y reasentado el 7% de las 17.387 personas refugiadas que se había comprometido a acoger en un plazo de dos años. Y este plazo se agota el próximo 26 de septiembre. Nada hace pensar que se va a cumplir. Y esto es, en muchos sentidos, otro grave precedente histórico. Siempre lo hemos dicho: mientras tendríamos que estar haciendo una campaña para reclamar que las cuotas nos parecen, a parte de miserables, cortas, tenemos que estar trabajando para que nuestros gobiernos cumplan, como mínimo, aquello que se comprometieron a hacer ellos solitos.

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Mientras todo esto ha ido pasando aquí, allí todo sigue igual que el pasado Día de Europa. Allí no ha pasado nada. Es la máquina del tiempo. La máquina del tiempo parado. De las vidas paradas. Un tiempo y unas vidas que se han hecho un poco más soportables, cabe decirlo, gracias al incansable trabajo de todos los voluntarios y voluntarias que también se han dejado sus vidas: ClaraDavid, Masmi, Juanma y tantos y tantas otras que también conocimos ese 9 de mayo. Nuestros héroes.

El hecho de poder decir que "lo intentamos todo" no es suficiente. Por justicia con todas aquellas personas, por sus derechos, por nuestros derechos, no nos podemos quedar en el intento. Por ellos, por ellas y por nosotros, tenemos que poder decir que lo conseguimos. Porque la solidaridad no es querer hacerlo, sino hacerlo. Y hacerlo es responsabilidad de todos y de todas.