LA CARRERA AL ELÍSEO

Europa, 'en garde!'

El gran enemigo de la UE, gane o pierda Le Pen, es su propia incapacidad para combatir las causas del populismo

El candiato a la presidencia francesa, Emmanuel Macron.

El candiato a la presidencia francesa, Emmanuel Macron. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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En manos de los votantes francesesvotantes franceses no está tan solo el futuro de la Quinta República; también el del conjunto de la Unión Europea. Una hipotética victoria de Marine le Pen, que los sondeos descartan -como antes hicieron con el 'brexit' y con Donald Trump-, constituiría la estocada final a esa Europa de los ciudadanos que soñaron los fundadores y que sus herederos no han querido o sabido edificar.

Le Pen no necesitaría siquiera convocar el referéndum del 'frexit' o escindirse de la zona euro; a la dirigente eurófoba le alcanzaría con torpedear la Unión desde su mismo puente de mando. Con el solitario liderazgo alemán, el Reino Unido en estampida y Francia erigida en caballo de Troya, la extinción de la UE sería irremediable a medio plazo.

Ello explica que Emmanuel Macron, visto como el mal menor por buena parte del electorado, se haya convertido en el aspirante a la presidencia francesa con mayor respaldo europeo e internacional de toda la historia. Oleada de solidaridad exterior que en las urnas podría tornarse en arma de doble filo, al menos en la Francia profunda y entre la izquierda 'insumisa' que en la primera vuelta confió en Jean Luc-Mélenchon y que ahora propende a la abstención.

Pero, aun en el supuesto de que Macron se haga con la victoria, la supervivencia de la UE tal como la hemos conocido seguirá siendo una incógnita.

LA REPÚBLICA, SIN PILARES

Primero,  porque el presidente sin partido quedará a expensas de saber si las legislativas de junio confirman o corrigen el repliegue de la derecha y el hundimiento de la socialdemocracia, pilares de la República.

Y segundo, porque está por ver que, conjurada la amenaza de Le Pen, de una vez por todas Europa se ponga en guardia -'en garde'!- y combata no ya a los líderes populistas, sino las causas reales que alimentan el auge del populismo. Todas ellas, por cierto, sobradamente conocidas: la burocratización, la globalización mal entendida y peor gobernada, el deterioro del Estado del bienestar, la desigualdad, la xenofobia... Si la dirigencia de la UE sigue sin atajar estos males estará redactando el acta de defunción que sus enemigos ansían firmar.