Dos miradas

No hay nada

Para algunos, la literatura no es un espacio intelectual donde se plantee la indagación, la duda o el desasosiego. Solo parafernalia y comunicación

Expositor de una librería de Manlleu (Osona) en un día de Sant Jordi.

Expositor de una librería de Manlleu (Osona) en un día de Sant Jordi. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Ha vuelto, como cada año, la polémica en torno a los libros más vendidos por Sant Jordi. Esta vez, sin embargo, la reflexión ha sido más interesante que de costumbre, porque no se ha centrado solo en el fenómeno de las ventas sino que determinadas voces han planteado un debate a fondo sobre qué es y qué significa para una cultura la literatura. En estas mismas páginas, la librera Isabel SucunzaIsabel Sucunza y el escritor Jordi Puntí han dicho lo que tocaba, sin rodeos. Que hay libros que son malos. Y punto. Y que solo cuenta el texto: «Si el texto no se aguanta, no hay nada, solo morralla, narcisismo, palabras vacías».

Pilar Rahola justificó las ventas de sus libros con una contundencia que se acercaba a la indignación. No toleraba el calificativo de «mediática» sino que reivindicaba su condición de escritora. «No pediré perdón por ser conocida», dijo. Y luego añadió que tenía «una visión elitista» de la literatura, pero que respeta mucho «a la gente que es capaz de comunicarse a través de un libro». Traducido, afirma que la literatura stricto sensu es incapaz de comunicar. Comunicar es la palabra clave. Decir lo que los lectores (un concepto genérico de lector estándar) quieren sentir y saberlo transmitir. No entra, aquí, ni la preocupación por la lengua o el estilo, ni la construcción de un espacio intelectual donde se plantee la lectura como indagación, duda o desasosiego. Solo parafernalia y comunicación.