contrapunto
Sencillez y veracidad para evitar cláusulas abusivas
Nadie quiere hacerse responsable de los excesos en la comercialización de productos bancarios
Salvador Sabrià
Periodista
SALVADOR SABRIÀ
Veracidad y sencillez. Estas dos palabras las eligió el subgobernador del Banco de España, Javier Alonso, en unas jornadas dedicadas al sector bancario para presentarlas como la mejor fórmula para recuperar la confianza de los clientes en la banca. Una confianza que el mismo alto cargo del organismo supervisor reconocía que se había perdido en gran parte durante la crisis de los bancos y cajas de los últimos años. Alonso advirtió de que las estrategias seguidas por algunos bancos han desplazado al cliente del rol central que había tenido, y que fue sustituido por esquemas de incentivos que primaban el crecimiento del negocio al precio que fuese. Y ese precio ha acabado siendo muy caro y a cargo de toda la sociedad en muchos casos. Hipotecas concedidas en pleno boom a personas sin capacidad económica real para poder devolverlas; créditos a sociedades promotoras y constructoras para proyectos a medio hacer y sin garantías de que se podrían acabar; mezclas de bancos y empresas constructoras con cruce de intereses entre ambas que afectó a la toma de decisiones sobre el capital a prestar. Un sinfín de despropósitos que el momento de máxima bonanza y subida de precios tapó, pero que el estallido de la burbuja dejó totalmente al descubierto. Para cubrirse ante algunos de estos riesgos ahora tan evidentes, los bancos colocaron en sus contratos cláusulas variopintas, desde las suelo hasta las que permitían ejecuciones hipotecarias prácticamente a partir del primer impago.
Ahora, la misma banca advierte de que la eliminación de estas cláusulas y sus garantías tramposas harán que se encarezcan las nuevas hipotecas. En realidad no tiene por que ser así. Durante el boom, fue al revés: una de las causas de que los pisos se disparasen de precio fue precisamente la facilidad con la que se concedían los créditos para vivienda. El precio del piso se fijaba a partir de la presunta capacidad del cliente para pagar una cuota lo más alta posible de hipoteca. Fue una espiral a la que, si no se vigila, volveremos a entrar.
Para evitarlo, se proponen ahora cosas tan obvias que el hecho de que las cite el supervisor demuestra lo mal que se hacían hasta ahora. Una de las medidas: "Los nombres y descripciones de los productos bancarios no deben ser confusos respecto a sus características de rentabilidad y riesgo, ni ser utilizados como herramienta comercial engañosa".
En esas mismas jornadas, el ministro de Economía, Luis de Guindos, forzado por las preguntas de los periodistas respecto al posible encarecimiento de los créditos con la puesta en marcha de la nueva ley hipotecaria más garantista con el consumidor recalcó que "el problema" no lo ha creado el Gobierno, sino los bancos y sus malas prácticas, que han provocado un alud de sentencias. Fallos judiciales que se basan, por cierto, en su mayoría en una directiva europea de 1993. Sí, una norma vigente desde hace casi un cuarto de siglo. Ante ello no valen excusas.
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