El pómulo de Messi como símbolo
Albert Guasch
Periodista
ALBERT GUASCH
Se le atribuye a Cruyff la frase de que "no hay sistema defensivo que pueda con un regate". No es aforismo autorizado ante la Juventus de Allegri. Messi y Neymar percutieron y vencieron defensores en vigorosas carreras verticales, pero la Juventus fue como un ciempiés: siempre encontró una extremidad para oponerse a cualquier avance a la caja fuerte de Buffon. El esfuerzo fue extenuante. Se empujó la piedra insistentemente, pero ni se movió. No hubo posibilidad de que se pusiera a rodar. Agotados se despidieron los futbolistas, y nada representó mejor la frustración de la eliminación que la imagen de las lágrimas escondidas de Neymar al concluir el partido. Se cubrió la cara con la camiseta en su amarga caminata hacia el vestuario. No tenía ninguna necesidad de hacerlo. Debía salir con la cara bien alta y así se lo vino a decir el público con su insólita y generosa actitud. Ovación, cánticos y flamear de banderas. La grada pareció demostrar que tiene memoria con este equipo.
Mal sabor de boca
Aun así, conviene recordar que de actuar con la misma actitud en Turín no se habría tenido que afrontar la vuelta con el cuchillo pinchando en el cuello. Y también es una evidencia que el Barça cuenta con un equipo titular para avanzar más allá de estos cuartos de final, nuevamente la frontera infranqueada. Saben a poco. La Champions es demasiado sensual para despedirse tan pronto. Posiblemente le falte plantilla para ampliar recursos y disponer de alternativas. En eso, está probado, anda por debajo del Madrid. En eso habrá que mejorar de cara al próximo curso si se quiere seducir más rato al máximo torneo europeo. No tiene deberes fáciles Robert Fernández.
En Madrid precisamente se decidirá el próximo domingo el signo del fin de ciclo de Luis Enrique. No es una misión con aires milagrosos como todo lo último de la Champions, pero sí apunta a definitivo. Un tropiezo redundaría en un balance triste. No habrá necesidad de una actitud sobreexcitada, ni de crear fuegos en cada esquina, que arda el encuentro desde el principio, como ante el Juventus. No funcionó ante los italianos, competitivos a rabiar. Se espera más método, menos prisas, más cocción y más reflexión. Que el pómulo golpeado de Messi no se convierta en el símbolo de un cierre.
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