ANÁLISIS

Represión y caos en Venezuela

Manifestantes corren entre el gas lacrimógeno lanzado por la policía, durante la marcha contra Maduro, en Caracas, el 19 de abril.

Manifestantes corren entre el gas lacrimógeno lanzado por la policía, durante la marcha contra Maduro, en Caracas, el 19 de abril. / periodico

SUSANNE GRATIUS

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Venezuela ya es un Estado frágil camino a la ingobernabilidad. La oposición está tomando las calles y el oficialismo se refugia en el autoritarismo y una Constitución que está incumpliendo al no convocar elecciones. Ambos reclaman tener la razón y vencer al otro. Pero la balanza ha cambiado a favor de la oposición. El creciente autoritarismo del Gobierno de Nicolás Maduro que inhabilita y encarcela a sus adversarios e intentó cerrar la Asamblea Nacional ya ha sido criticado por la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y Estados Unidos, que apoyan la vía electoral y las demandas de la oposición.

Un intento de sublevación mostró anoche la debilidad del presidente Nicolás Maduro, que ha perdido el apoyo popular y de parte de las Fuerzas Armadas que tuvieron que afirmar públicamente su lealtad ante el Gobierno. Inmerso en un caos económico, político y social, no será fácil salir del laberinto de una crisis sin precedentes que ha convertido Venezuela en uno de los países más inseguros del planeta.

La marcha de la oposición terminará en violencia y calentará aún más el ambiente, que ya está muy tenso ante la falta de alimentos, la hiperinflación y una recesión histórica del -8%. Las protestas y la reacción de las fuerzas de seguridad debilitarán aún más al presidente Nicolás Maduro, que tras el finalmente fallido intento de cerrar el Parlamento amenaza ahora con encarcelar a su presidente, el opositor Julio Borges, acusado de conspiración y traición por el intento de sublevación militar.

Todo indica que el presidente Maduro carece del apoyo necesario para seguir gobernando y se tiene que refugiar en la represión y los chivos expiatorios para no hacerse responsable del desastre provocado por su propio Gobierno, incapaz de garantizar las funciones básicas de un Estado democrático: seguridad, libertad y bienestar. Aparentemente, los militares, principal sostén del régimen poschavista, están divididos, ya que Maduro denunció públicamente un “complot militar” que le obligó a apartar varias “cabecillas” que conspiraron contra él.

DESENLACE MILITAR

Crece la presión sobre su Gobierno, la situación económica y de seguridad es dramática, la oposición ganó fuerza tras el intento de cerrar el Parlamento y un desenlace militar es un escenario probable. Según algunos opositores, es hasta deseable para restaurar el orden público y recuperar el Estado y las instituciones, ya que la política se ha trasladado del debate parlamentario a la violencia de las calles.

La única respuesta de Nicolás Maduro para evitar el caos es la represión. Y sin la convocatoria de elecciones anticipadas, la única salida que tiene la oposición es tomar las calles. Ya se agotó el diálogo e incluso en la vía electoral, si se abre, una victoria de la oposición no sería ninguna garantía de estabilidad teniendo en cuenta que el poschavismo todavía cuenta con bastantes leales. Si ninguna de las partes cede, no hay elecciones y Maduro organiza las milicias, hasta puede haber un conflicto armado o la continuación de las violentas protestas por un tiempo indefinido. Un panorama sombrío en el único Estado petrolero de América Latina que refleja la maldición de los recursos si están en manos de una élite irresponsable que derrocha el dinero y no quiere ni compartir ni entregar el poder.